Por José Jaime Ruiz.
¿Es ingenuo nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador? Sí y no. Hay una tradición de presidentes escritores, letrados. Se rompió con el iletrado de Enrique Peña Nieto, tal vez. Vicente Fox sabía de botas, no de notas (al margen). Felipe Calderón de bohemia, que incluía a Joaquín Sabina, Juan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez. Duda, ¿grabaría Armando Manzanero, quien no fue invitado a la toma de posesión o no mencionado, con Beatriz Gutiérrez Müller si no fuera la esposa del presidente?
La “ingenuidad” es una de las formas mayores de disfrutar el poder. Es azteca, es romano. Es 4T. Andrés Manuel se siente presidente. No lo es del todo. Cada día los “suyos” lo traicionan. Ni vindicación ni reivindicación. Él hace gobierno, los otros también.
La bofetada de los Alejandro Junco y de Juan Pardinas de Reforma es eso: una cachetada a la investidura presidencial.
¿Así o peor de claro?
Andrés Manuel no merece habitar un gobierno “ingenuo”. Y, sin embargo, lo vive. Lo padece.
Germán Martínez puso puntos sobre íes. Condenarlo por ser derecha es increpar sin necesidad. De veras, Andrés Manuel, ¿cuándo entenderás que este gobierno empieza a ser fallido? No desdeñemos lo que se ha alcanzado, pero las inercias joden. ¿Transparentes o no? ¿Rendición de cuentas o no?
En la habitación de la casa común, más libres, menos arrogantes. Andrés Manuel quieres, deseas, ¿y los demás te apoyan? ¿Raquel Buenrostro que da mal rostro en cada despedido, en cada falta de medicamentos?
No sé qué conversaron Luis Donaldo Colosio y tú dos días antes de ese crimen de “Estado neoliberal”. Sí recuerdo sus palabras públicas, no privadas: “Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas, al monopolio de las iniciativas, a los abusos y a los excesos”.
Tu gobierno se funda en la arrogancia, no en la humildad. No lo creía, pero los hechos empiezan a desmentirte. Paradójicamente, la renuncia de Germán Martínez al IMSS es una renuncia de “izquierda”, comprometida socialmente. Si quería moche con las farmacéuticas, lo hubieran exhibido, pero dejar sin medicamentos a la población es un crimen de lesa patria. Hay daños sociales irreparables, y serás cómplice. No se vale condenar a los pacientes. ¿Por qué los jodidos en la 4T tienen qué pagar los platos rotos de la corrupción, de los moches?
La renuncia de Josefa González-Blanco Ortiz-Mena debió ser un cese, y fulminante. Una renuncia sugerida, de nuevo la paradoja, de “derecha” por ejercer influyentismo. Has tenido una semana negra y no lo reconoces. Cuando el oído ensordece, la equivocación se impone. Creerse humilde es la mayor soberbia. A veces la arrogancia se viste de trapos, pero no deja de ser arrogancia. Tus adversarios no son los trabajadores despedidos de esta 4T, quienes creyeron en ti y han sido humillados y desempleados.
Los cortesanos son el error. Y la concentración de poder, similar a la de Carlos Salinas de Gortari. ¿Será tu destino convertirte en otro Salinas? No lo quiero creer. La arrogancia, sin embargo, es similar. Has hecho en estos meses una función pública importantísima, inédita. No te quedes a medias, no seas apóstol de la medianía. No lo fueron ni Benito ni Francisco ni Lázaro. No seas, desde la arrogancia de la investidura, un presidente mediocre. Hay tiempo para la transparencia, hay tiempo para la rendición total, no parcial, de cuentas. Habitemos este nuevo espacio, este reciente tiempo. La banda presidencial no justifica ni bandazos ni bandidajes. Y con todo respeto, Andrés Manuel, presidente: el sosiego, la prudencia y, obvio, estar serenos. No hables de reconciliación cuando todos los días divides. Serénate. Y aclaro, de nuevo, voté por ti.
@ruizjosejaime