Por Francisco Tijerina.
“En todas partes los más fuertes han hecho las leyes y han oprimido a los débiles”
Anne Robert Jacques Turgot
De niño me divertía mucho cuando acudía a las ferias de pueblo con sus juegos y atracciones, sin faltar el famoso “Negro” que sacaba la cabeza por un hoyo de una madera y todos le tiraban con pelotas “bofas” que más que evitar dañar el rostro del hombre blanco embadurnado de tizne, tenían la misión de que nunca llegara al objetivo.
Y todos le tiraban al negro.
Miguel Treviño, alcalde de San Pedro, parece que sigue practicando el juego y de nuevo le pretende cargar la mano a los más amolados con su nueva idea de mandar a los agentes de tránsito y policías a infraccionar y retirar de la circulación a vehículos que, según el Reglamento, no estén en condiciones óptimas, es decir, que contaminen.
¿Loable la intención? Como no sea para atacar la percepción, porque con la medida no evitará la contaminación y la reducirá en casi nada. San Pedro está en un corredor por donde salen los vientos hacia el poniente y no cuenta con un capelo que los cubra.
¿Afectará la medida del alcalde a los sampetrinos? No, porque la mayoría cuenta con autos último modelo. ¿Entonces a quién le pegará? A los amolados que tienen que cruzar por ahí para ir a trabajar, a los cientos de empleados que reciben bajos salarios y que a diario deben acudir a los negocios de San Pedro. Le pegará al contratista que construye casas, edificios y oficina y transporte a sus albañiles en una camioneta, además del transportista que acarrea materiales en camiones.
¿Le hará algo Miguel a las unidades de transporte urbano que circulan lanzando columnas de humo? No lo creo…
Y como los agentes estarán dedicados a andar cazando coches “echa-humo” (lo mismo que tirarle al negro de la feria), se desatenderán la movilidad y la seguridad, prioridades que deberían resolver en ese municipio.
Ni esta nueva idea, como tampoco la verificación, resolverán la contaminación de San Pedro. Las estrategias de horarios escalonados en escuelas y comercios o el car-pool pueden ayudar en algo, pero ni son la panacea y tampoco serán acatadas, porque eso sí, ahí todos los hijos de, amigos de, primos de…, y no los bajes de su coche ni quieras que lo compartan.
El reto es mayor, mucho mayor, y requiere de una decisión política de gran valor, sustentada en los más modernos estudios y experiencias para lograr descongestionar el área en la que no cabe un alfiler más.
Lo demás que haga Miguel es subirse a los caballitos del carrusel, a darse vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte, pero eso sí, tirándole al negro.