Por José Francisco Villarreal
Alfredo Jalife es un bocón. Sus opiniones vertidas tanto es sus propios espacios como en los ajenos son estridentes, directas y escandalosas. Ha sido normalmente afín a la 4T, aunque, como sucede escasamente en medios oficialistas, también ha sido duramente crítico. Tal vez “ofende” su ego desmesurado, incomoda su narcisismo, pero no podemos ignorar sus datos, sus reflexiones y sus opiniones. De eso se trata la politización de los ciudadanos, de acepar lo veraz, tomar con cautela lo verosímil y rechazar lo prejuicioso. Jalife no fue nada cortés con Tatiana, ese es su estilo. Bocón, como siempre, se pasó con sus acusaciones sobre el litio y sobre la actuación de Clouthier como secretaria de Economía. Difamación es un tema delicado, y no se puede conjurar si no es con pruebas. Si Jalife no probó sus dichos, merece ser apercibido por la Justicia a solicitud de la parte ofendida. La denuncia de Tatiana, hace un año, es justa. Jalife debe, o comprobar sus dichos u ofrecer una disculpa pública. En el primer caso, en este momento, daría argumentos a la oposición para golpear al proyecto de la 4T; en el segundo, enmudecería a un crítico feroz de la oposición que, además, ha sido cercano al poder desde hace décadas y conoce de primera mano toda la inmundicia que ha caracterizado a nuestra clase política. Callarlo sería perdernos la oportunidad de conocer la crónica de los estercoleros del poder.
Pero aquí no se trata de coartar la libertad de expresión. Ni siquiera es un tema público sino una querella entre particulares. De comprobar Jalife sus dichos sobre Tatiana, entonces sí sería un asunto público. Con esta salvedad, no nos interesa cómo se desarrolla la demanda, si acaso a los fanáticos de Paty Chapoy. ¿Por qué se ha convertido en la nota de ocho? Pues por el criterio de oportunidad. La Fiscalía de Nuevo León, feudo del PRI, y el Poder Judicial estatal, feudo del PAN, en franca alianza con poderes fácticos y Poder Judicial Federal, han operado y siguen operando electoralmente a favor del frente cardiaco.
Sacar de la papelera de reciclaje la demanda de Tatiana, se da justo cuando ella se estrena en el equipo de precampaña de Claudia Sheinbaum.
Pero, con más oportunismo todavía, se ejecuta la aprehensión de Jalife cuando Xóchitl Gálvez presenta a su equipo, en su mayoría refritos de los partidos aliados y además con escasa presencia ciudadana. También coincide con la invectiva del Poder Judicial contra la 4T con las decisiones de la Suprema Corte de (in)Justicia de la Nación (léase “Oposición”), al echar abajo la desaparición de sus fideicomisos (ese latrocino institucionalizado) y, por si fuera poco, la exculpación de Rosario Robles y el impresentable Francisco García Cabeza de Vaca… más lo que se acumule, primero Dios y Laynez.
La aprehensión de Jalife, replicada en los medios como campanadas en fiesta patronal, ensordece lo suficiente para no percibir en su verdadera dimensión al Poder Judicial descarándose como una oposición política en toda forma. Así, el PPJ, el novísimo Partido del Poder Judicial se integra abiertamente al proceso electoral en ciernes. No hay logotipo pero sí color: el negro toga (Aprox.: Pantone Black 2 2X – #111111). Una bandera de piratas, pero sin calaveras… todavía no. No podría ser un color más adecuado, porque además ilustra perfectamente los objetivos del nuevo partido y las conciencias de sus afiliados. Como no pueden lanzar una candidata a presidenta porque ya tienen una, apostarán por una candidata afín a sus rapaces intereses golpistas, y la opción perfecta es la candidata del frente cardiaco. No podría ser más oportuna su alianza, porque a estas alturas, la candidatura del frente cardiaco no aguantaría un trasplante, ni siquiera un marcapasos.
Me temo que estamos en una crisis que ha rebasado lo político y lo electoral y amenaza con volverse una crisis social. La oposición tiene razón, la democracia en México está en peligro. ¡Ellos son el peligro! La manera como están enrutando el proceso electoral ya no es guerra sucia. Habrá que inventarse un término todavía peor que ese para denominar esta afrenta abierta a las leyes, a la decencia, la moral, la ética, a la política, y sobre todo al pueblo mexicano. Toda la suciedad vertida en los medios y en columnistas coprofílicos, tiene un solo origen, y no es difícil identificarlo. Ni el frente morenista ni Movimiento Ciudadano han lanzado este tipo de abominables campañas y manejado alianzas nefandas que han atropellado incluso a la Constitución, impunemente hasta ahora.
Refugiados en el búnker de la SCJN, los francotiradores de la oposición disparan contra todos, sin importar que de paso impacten en los intereses superiores del pueblo mexicano.
Desde la delegación de “notables” que ofreció un trono a Maximiliano, nunca en la historia de México un grupo político se había deslindado tanto de la base ciudadana. Cada vez más se muestran más ajenos al pueblo y más afines a una clase dominante que pretende imponerse a costa de lo que sea, así sea destruyendo la democracia.
Las posadas, las fiestas navideñas y las previas a fin de año, nos distraerán mucho de los temas políticos. Entre los tamales, el pavo y las uvas, estaremos intentando adivinar a qué sabe la felicidad y dibujando esperanzas de humo hacia el futuro. En pocas palabras, estaremos bobeando. Ojo, esta guerra contra nuestra democracia es la madre de todas las guerras, y el enemigo no descansa. No es difícil adivinar lo qué pedirán estos mercenarios a Santo Clos. Así es que antes de almorzar el recalentado del 25 de diciembre, sería bueno vernos al espejo, a ver si nuestras cabezas todavía están en su sitio.