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Chale de la Fuente, correveidile y metomentodo

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Lector maduro, Las aventuras del capitán Alatriste me llevaron a recordar hallazgos infantiles en La isla del tesoro o Capitanes intrépidos. Volver a La odisea sin párpados párvulos es siempre un festín literario. No recuerdo dónde la cita, pero internet siempre ayuda: “No significaba que un grande de España anduviese de correveidile en asuntos de Inquisición” (Arturo Pérez-Reverte).

No es menester de los grandes andar de correveidiles, tampoco de metomentodo. Llevar y traer cuentos es vocación menor, también existe vileza en la mensajería. Cualquier Inquisición no soluciona, agrava. El imperativo “corre ve y dile” rebaja al mensajero, no al príncipe… o al capo. Aquí el medio no es el mensaje, aunque el sujeto de marras quisiera ser protagonista.

El diputado albiazul Carlos de la Fuente mantiene una percepción de sí mismo equivocada: se cree protagonista y es mandadero, correveidile o, como dicen en CdMx, el que va por los chescos (el godínez: ir por las cocas). Artificialmente inflado, pretende merecer una mesa de negociación teniendo enfrente al gobernador constitucional del Estado Libre y Soberano de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda. Empleado del capo Francisco Cienfuegos y subalterno de Zeferino Salgado, Chale y sus desplantes no llegan a figura.

Hace unos días, De la Fuente pretendió “echarse un café” con Samuel Alejandro, lo batearon. Desde un autoengaño podológico, creyó a pies juntillas que su representación pública equivale a la del gobernador. Por cortesía política, el secretario General de Gobierno quiso atenderlo. El empleado de Chefo y Paco se ofendió:

“Ayer invité al gobernador, después de que me acusó de que yo no sé qué, que no le autorizo, lo invité a tomar un café y me escribió el secretario General de Gobierno, pero yo no invité al secretario General de Gobierno. Yo invité al gobernador, así que yo no me siento a dialogar con el secretario General de Gobierno, yo me siento con el gobernador a platicar.

“Me escribió que estaba dispuesto a sentarse a dialogar el día que yo quisiera sentarme a dialogar con él, y yo le dije, obviamente, que le agradezco su postura, pero que mi invitación a platicar es al gobernador. Yo a quien invité a tomarse un café fue al gobernador”.

Carlos de la Fuente se convirtió en el correveidile, en el metomentodo que el PRIAN no necesita. Cree representar a ciudadanos que no representa, no controla su ira, ya todo lo vuelve personal.

Ahijado de Zeferino, este máster no cuenta ni con el colmillo ni con la paciencia de Chefo: se le van las cabras, Chale tira frecuentemente pa’l monte. No es un negociador, menos, mucho menos un negociador confiable. Su “protagonismo” es visto con desdén desde el Palacio de Cantera. Prefiere asistir a un partido de los Cowboys a sacar la bola del cuadro legislativo.

Los días por venir serán trinchera en el Congreso. Nada estimula cambio de diputados de Movimiento Ciudadano y Morena al PRIAN. Al contrario, el PRIAN perderá curules en las próximas semanas, no se diga en los resultados electorales. Sumido en su percepción y no en la realidad, Chale de la Fuente tropezará con el correveidile, su metomentodo tendrá menos resonancia.

Con tanta razón, harto de la pinche vieja política, Samuel Alejandro lo descalifica como si fuera el Supremo Payaso del Congreso. “Nada hay interesante salvo lo que es un poco extraordinario”… casi Stendhal. En política, los seres ordinarios no son objeto de interés. Existe la abundancia de esperanza, pero no para el PRIAN. Si toda despedida mira hacia atrás, no queda sino el fin del baile de los ladrones. Por eso, ¡hey, Chale, acá los chescos!

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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