Por Obed Campos
Y comprendió que la guerra/ era la paz del futuro… // Silvio Rodríguez / Canción del elegido
No es yéndose a almorzar unos tacos a la sierra, con la crem de la crem de la delincuencia organizada, como se logra la paz, y esto ya quedó más que comprobado.
Erik y Omar, ambos de 27 años de edad, se paseaban por la Carretera Central en una patrulla apócrifa, pero igualita a las que utiliza la Guardia Nacional. En un acto de cinismo máximo, los dos malandros portaban uniformes y armas, cuando fueron sorprendidos por militares y policías de Nuevo León.
Un partido de futbol rápido en unas canchas de la colonia Cumbres estuvo a punto de acabar en tragedia, cuando un orate sacó una pistola en medio de un pleito de aficionados.
Y estas son apenas las “notas blandas” extraídas de los reportes de la nota roja, escrita con la sangre de este México convulso.
Por eso me llama la atención que la galardonada doctora Sheinbaum quiera salir con el mismo choro de su jefe: “Nosotros proponemos paz, ellos la guerra”, dijo la candidata del partido oficial, porque para ella, aplicar la ley es plantear la guerra y en tanto ella “propone más universidades y atención de las causas” sus adversarios plantean megacárceles.
Pues irá la buena doctora a sacar los diablos de la cola del Averno, porque al paso que vamos, con tanta matazón, ni delincuentes van a quedar y los que queden, no van a estar buenos ni para los mandados.
Claro que ni le supieron despistar cuando en Guanajuato muy a modo un reportero afín le preguntó a doña Clau “¿Cree que su oponente, en caso de ganar, podría regresar la guerra?” Y ella contestó que “Sí, es muy probable, ellos son conservadores, o sea que se quieran disfrazar de otra cosa… que se disfrazan, ahora dicen que están a favor de los programas sociales”.
Ya casi pasan seis años de la moda de los abrazos en lugar de balazos… estando viendo y no miran que los delincuentes hasta se dan su tiempo de tomarse videos amenazantes, para invocar hasta Trump, editarlos a todo lujo y distribuirlos en las redes sociales.
Si a pesar de eso no se ve quien manda en México, insisto: somos una nación de ciegos.
