Por Francisco Tijerina Elguezabal
«Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos.» // François de La Rochefoucauld
Y mira que son tercos y cuando crees que no lo pueden hacer peor, no falta quien salte y te demuestre lo equivocado que estás.
Apenas hace unos días criticábamos a los candidatos que buscando el voto ridículamente se colocan un intento de sombrero vaquero en la cabeza.
Soy pelón y una parte por gusto, pero otra por necesidad, utilizo sombreros desde hace muchos años y tengo de muchos tipos y estilos; con conocimiento de causa le puedo decir que no cualquier sombrero te acomoda a pesar de ser de tu talla, porque entran en juego otros aspectos como el corte, estilo, forma.
Si la semana anterior criticaba al candidato que se robó la guaripa de utilería que usaba Lalo “La Changa” de Witchy Band en sus shows, un sombrero de cartón de color café, hoy no puedo menos que señalar con índice de fuego a dos que lo mejoraron.
¿A cuántos de los electores a los que acuden pidiendo el voto ven con sombrero vaquero? ¿De qué creen que se disfrazan? ¿A quién creen que convencen con eso? Pero además, con sombreritos que no existen en el mercado, porque de ese color no hay y menos se usan.
Sería buenos que los candidatos entiendan que deben dejar de lado sus disfraces (que bueno que no hay campaña en Halloween), porque “El hábito no hace al monje” y además, “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.