Por: Obed Campos
La escena de no ser tan trágica, como lo es (y ahorita me explico) no deja de ser patética: un guarura del “más popular” de los líderes priistas de los últimos tiempos, Alejandro «Alito» Moreno, salta a la escena por un acto de violencia ocurrido aquí en Guadalupe, Nuevo León el pasado 9 de marzo…
Y todo porque el presunto guardaespaldas se hizo de palabras con el panista Héctor Flores Ávalos, ex senador de Durango y ex secretario de Gobierno en la pasada administración de José Rosas Aispuro.
El desaguisado ocurrió en el Domo Care del Municipio de Guadalupe, Nuevo León, donde la candidata presidencial Xóchitl Gálvez dicen que logró reunir a cerca de 6 mil personas, “principalmente mujeres a las que prometió combatir la violencia contra ellas”.
Al final del mitin, se aprecia a Jair Nazarín, presunto guardaespaldas del líder priista, discutir, primero con el duranguense a quien, a falta de manazo, le propina un cabezazo en la frente.
¿Qué se dijeron los dos hombres para que la violencia llegara a tanto? Es un misterio.
Claro que tanto Alejandro “Alito” Moreno, como la misma Xóchitl Gálvez minimizaron el incidente, quesque poque no fue para tanto.
Y aquí le va mi explicación de por qué es tan trágica la escena: porque, obvio, el enemigo de la alianza está allá, afuera, y le aseguro que se pitorrea de la división de estos trogloditas, quienes dieron un salto cuántico de 40 o 50 años al siglo pasado, cuando el PRI no era un partido, sino un “partidazo” y andaba en zancos.