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Reportan que 70% de los casos de cáncer de mama no se detectan a tiempo

En marzo de 2022, Ivet Candia comenzó a sentir dolor en los senos. Durante siete meses, su médico general atribuyó los síntomas a una inflamación post-covid y luego a una fibrosis, descartando la posibilidad de cáncer de mama en tres ocasiones; informa MILENIO.

«Si fuera cáncer de mama, sentirías como una canica», le explicó la doctora.

Una noche, mientras se acomodaba en la cama, notó una bolita en su seno. Ante la insistencia de Ivet, la doctora finalmente le ordenó realizar una ecografía. Le dijeron que había algo anormal y que debía hacerse una biopsia.

Tres meses antes, su esposo había perdido el empleo, dejándolos sin acceso a servicios de salud gratuitos, una realidad que comparten 50.4 millones de mexicanos. Ivet intentó ir al Hospital General en busca de un diagnóstico, pero no logró obtener ficha y tuvo que regresar al día siguiente a las 05:00 horas. 

Desesperada, Ivet acudió a la Fundación de Cáncer de Mamá (Fucam) en la Ciudad de México. A pesar de que la institución ya no ofrecía servicios gratuitos a nuevos pacientes desde 2020 –debido a cambios en el sistema de salud pública–, Ivet logró pagar la cuota de recuperación con los ahorros de la liquidación de su esposo.

Casi un año después de sus primeros síntomas, el 14 de abril de 2023, Ivet recibió el diagnóstico: cáncer de mama en etapa 3.

«Hasta ahora no he tenido el valor para regresar con la doctora y decirle que no vuelva a diagnosticar a alguien como a mí. Yo estoy viva de milagro y estaba al borde de entrar en fase cuatro», recuerda Ivet.

Sí, el más letal

El cáncer de mama es uno de los principales problemas de salud pública en América Latina. Es el cáncer más frecuente y la principal causa de muerte entre las mujeres de la región.

En México, la mortalidad por cáncer de mama muestra una tendencia alza. En 2023, esta enfermedad provocó 8 mil 036 muertes, lo que representa un aumento de casi el 59 por ciento en comparación con las 5 mil 62 defunciones registradas en 2010, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En contraste, en los países de altos ingresos, la tasa de mortalidad se redujo un 40 por ciento entre 1980 y 2020. Esto se atribuye a que sus sistemas de salud cuentan con una ruta de referencia que lleva a los pacientes a través de diferentes niveles de atención, logrando que el 80 por ciento de los casos lleguen a un diagnóstico y tratamiento en etapas tempranas, o sea la 1 y 2.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha demostrado que la detección temprana puede elevar las tasas de supervivencia a cinco años hasta un 90 por ciento. Por ello, se recomienda que cuando se detecte algo inusual, acudir a recibir un diagnóstico en un plazo de dos meses para iniciar el tratamiento en máximo tres.

Sin diagnóstico oportuno

Paulina Valezzi descubrió un bulto en su seno mientras se ajustaba el traje de baño durante sus vacaciones de Semana Santa, en abril de 2019. Al regresar, acudió a su ginecólogo, quien le indicó realizar una mastografía y un ultrasonido. Tras revisar los resultados, el médico le aseguró que no había motivo de preocupación y se ofreció a extirpar la protuberancia, que consideraba benigna. Cuando el ginecólogo realizó la biopsia sin el apoyo de un oncólogo, Paulina y su familia comenzaron a dudar y buscaron otras opciones de atención.

Paulina no tiene acceso a servicios gratuitos de salud y recurrió a médicos particulares. Los costos a largo plazo, empero, le resultaban insostenibles. Fue entonces que le recomendaron ir a la asociación civil Fucam. Ahí logró ser atendida sin costo, “pasé ‘de panzazo’ y cubrieron mis gastos”, cuenta Paulina.

Repitieron todos los estudios y en julio recibió el diagnóstico: cáncer de mama en etapa 3. Pasaron cuatro meses desde su primera sospecha hasta el inicio de su primera quimioterapia en agosto de 2019. Paulina tenía 35 años. 

«No haber sido atendida por un especialista desde un principio me hizo perder tiempo valioso que puso en peligro mi vida», recuerda.

La doctora Karla Unger Saldaña, investigadora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y comisionada al Instituto Nacional de Cancerología (Incan), señala que México debe dirigir los esfuerzos en acelerar el acceso a la confirmación del diagnóstico de cáncer de mama y al inicio de su tratamiento.

Uno de sus estudios, realizado en dos de los hospitales públicos más grandes de la Ciudad de México, mostró que, en promedio, pasan 6.6 meses desde que los pacientes detectan síntomas de cáncer de mama hasta que comienza el tratamiento. Esto es más del doble del tiempo recomendado por la OMS.

El mayor retraso ocurre entre el primer uso de servicios de salud y la confirmación del diagnóstico. Además, menos del 20 por ciento de los pacientes son diagnosticados en etapas localizadas del cáncer.

A mayor retraso, más riesgo

Un retraso de cuatro semanas en el inicio del tratamiento de cáncer de mama aumenta entre el 6 y 8 por ciento el riesgo de muerte. Un retraso de ocho semanas en la cirugía incrementa este riesgo en 17 por ciento, y si se alcanzan las 12 semanas, el riesgo se eleva hasta un 26 por ciento, de acuerdo con un análisis que incluyó más de 1.2 millones de pacientes diagnosticados entre enero de 2000 y abril de 2020.

Las pacientes con síntomas de cáncer de mama en México suelen retrasar su atención, debido a que la calidad, la cobertura y el financiamiento de los servicios de salud dependen del subsistema al que pertenecen. Hoy hay al menos siete subsistemas.

Cada institución tiene sus propias reglas y están poco vinculadas entre sí, lo que dificulta una ruta clara de acceso a la atención, como lo evidencia el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su estudio sobre el derecho a la salud de 2023.

Ante la incertidumbre y las largas listas de espera, las pacientes saltan entre instituciones públicas y privadas, lo que les hace perder más tiempo, como le ocurrió a Ana Laura Díaz.

Ana Laura sintió un bulto en el seno en septiembre de 2023 y acudió a una de las 14 Unidades de Especialidades Médicas para la Detección y Diagnóstico de Cáncer de Mama (Unemes-Dedicam) en Cancún, Quintana Roo, para realizarse estudios. Tras semanas de espera sin resultados y al observar que el bulto se endurecía, optó por buscar atención en el sector privado. 

«No sabía qué hacer ni a dónde acudir», reconoce.

Fue hasta diciembre que un oncólogo particular le confirmó que tenía cáncer de mama. Los resultados de su Unemes-Dedicam nunca llegaron.

Al no tener acceso a seguridad social para cubrir los gastos que seguían, Ana Laura se trasladó a la Ciudad de México para que, con la ayuda de su hermano, pudiera ingresar a la Unidad de Tumores Mamarios del Hospital General de México, donde por protocolo fue necesario repetir todos los estudios.

Pasaron casi cinco meses desde su primera cita médica hasta el diagnóstico definitivo el 25 de enero de 2024, que le confirmó que tenía cáncer de mama metastásico en etapa 4. Ya se había propagado a otras partes del cuerpo.

Otro caso, este de Patricia Segreste. A ella los médicos le detectaron algo anormal en su mastografía anual un 28 de octubre de 2023. Las primeras consultas las tomó en un servicio de salud privado, pero, al hacer cuentas, optó por usar el seguro social que tenía gracias a su hijo. Así, pudo continuar su proceso en el Hospital General de México. Otra vez, como protocolo de la institución, le tuvieron que repetir todos sus estudios «porque tienen aparatos más exactos y profesionales con un ojo educado», le comentaron.

El 8 de enero de 2024 le diagnosticaron cáncer de mama en etapa 1. Cinco meses después de su primera sospecha, el 27 de marzo de 2024 se sometió a una mastectomía.

Recortes pusieron en jaque a muchas

En un mundo donde la salud es un derecho fundamental, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece una directriz clara: los países deben destinar al menos un seis por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) para garantizar servicios de salud adecuados y de calidad.

Sin embargo, México está lejos de esta recomendación. Es el tercer país dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que menos invierte en salud: destina apenas 2.9 por ciento de su PIB a este sector, menos de la mitad del estándar internacional.

Al analizar pormenorizadamente el gasto de áreas específicas como el cáncer de mama, se observa un desplome en 2021. Mariana Campos, directora general de la ONG México Evalúa, detalló que la atención al cáncer de mama sufrió un recorte casi total, de 93 por ciento, pasando de mil 995 millones de pesos en 2018 a sólo 170 millones en 2021. Esta reducción del gasto público no sólo refleja una falta de prioridad en la atención a la salud, también plantea serias dudas sobre el futuro de millones de pacientes, advierte Campos.

El camino de las pacientes con síntomas de cáncer de mama sin acceso a servicios de salud se complicó desde que se eliminó el Seguro Popular en 2019. Este seguro proporcionaba cobertura para enfermedades con elevados costos, como el cáncer, a través del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos (FPGC).

La doctora Unger explica que entre 2007 y 2016, la cantidad de pacientes con cáncer de mama que recibieron tratamiento mejoró notablemente. Esto coincidió con la inclusión del tratamiento en el FPGC. Uno de sus estudios evidencia que, en 18 de los 32 estados, más del 90 por ciento de los pacientes recibieron tratamiento en su lugar de residencia.

Con la eliminación del Seguro Popular, también se terminó el convenio con organizaciones civiles como FUCAM, y desde entonces se ha establecido una cuota de recuperación. “Actualmente diagnosticamos alrededor de mil 300 nuevos casos de cáncer de mama cada año. Este aspecto no ha cambiado mucho sin el Seguro Popular; el mayor impacto ha sido en el acceso a tratamientos, que son muy costosos. Antes, cubríamos el 100 por ciento del tratamiento de los pacientes durante cinco años, hoy hay entre 40 y 50 por ciento menos pacientes en tratamiento”, detalla el doctor Jorge Enrique Monges, médico oncólogo de FUCAM.

Ni modo, a pagar en clínicas privadas

Nohemí Isidro tuvo Seguro Popular, pero tras la cancelación del sistema se vio obligada a buscar opciones en el sector privado.

En marzo de 2023 fue a realizarse una mastografía a Salud Digna, una red de laboratorios con precios más bajos que otros proveedores. No le entregaron los resultados de inmediato. En cambio, le hicieron otra toma ese mismo día. Fue en ese momento cuando sintió que algo no estaba bien.

Preocupada, Nohemí llevó los resultados a su doctora internista, también privada, quien la atendía por hipertensión. Al revisar los estudios, la médica le explicó que era necesario realizar una biopsia. Para estar seguras, le recomendó un ultrasonido y la refirió a Fucam.

Al llegar a la fundación, Nohemí se sometió a otra mastografía con especificaciones detalladas y un ultrasonido adicional. El 2 de mayo recibió la noticia de que era necesario realizarle una biopsia porque habían encontrado dos nódulos muy gruesos, uno de ellos detrás del pezón.

En una sesión conjunta con más de 10 doctores que la examinaron y le hicieron muchas preguntas, el 15 de mayo le dieron el diagnóstico: cáncer de mama en fase 1. Un diagnóstico oportuno. Su tratamiento incluyó una mastectomía programada para junio.

La cirugía, que incluía hospitalización, costó 30 mil pesos.

 “Afortunadamente mi familia estuvo a mi lado y me apoyó económicamente”, refiere. Antes de ir a FUCAM, Nohemí investigó otras opciones y se dio cuenta de que los costos eran mucho más altos; en el Hospital Dalinde, por ejemplo, la consulta costaba mil pesos y la cirugía podía superar los 50 mil pesos.

Muchas personas le habían asegurado que Fucam era el lugar ideal para recibir atención especializada. Gracias a esto, dice, evitó el desgaste físico y emocional de andar de un lado a otro buscando respuestas y gastando en estudios innecesarios.

Recordando sus días con el Seguro Popular, Nohemí se sintió afortunada por no haber tenido que enfrentar quimioterapias ni radioterapias. Su única carga económica fue la cirugía.

El doctor Enrique Monges cuenta que, en una conversación con el fundador de Fucam, mencionaron que vencer el cáncer de mama en México es como el hundimiento del Titanic. Los pasajeros de primera clase son los primeros en recibir ayuda y salvarse.

Caso Brasil: la Ley de 60 días

La OMS ha dicho que realizar mastografías puede disminuir las tasas de mortalidad hasta en un 21 por ciento. Pero también detalla que deben ir acompañadas de un correcto diagnóstico y tratamiento para las mujeres con resultados anormales. Además, sugiere a los países alcanzar una cobertura de tamizaje de al menos el 70 por ciento.

“En México las políticas públicas están fallando porque se han enfocado en aumentar la cobertura del tamizaje por mastografía”, asegura la especialista Unger.

A pesar de los esfuerzos, México aún no cuenta siquiera con los equipos necesarios. El país ocupó el último lugar entre las naciones de la OCDE en el número de mastógrafos disponibles por cada millón de habitantes en 2023, también es el que menos equipos de radioterapia tiene y es casi el último lugar en unidades de resonancia magnética.

Un enfoque diferente al de México es el que ha adoptado Brasil, similar al de algunos países europeos y Estados Unidos. Aunque Brasil enfrenta problemas similares a los de México, está enfocando esfuerzos para mejorar el diagnóstico y la atención temprana del cáncer de mama.

El mastólogo José Luiz Pedrini, del Grupo Hospitalar Conceição y director de la Sociedad Brasileña de Mastología, ayudó a redactar la Ley de los 60 días, promulgada en 2012 por la entonces presidenta Dilma Rousseff, quien había sido diagnosticada con linfoma tres años antes.

Esta ley garantiza que todos los pacientes diagnosticados con cáncer en Brasil tendrán derecho a comenzar su tratamiento en un plazo de 60 días. Sin embargo, el cumplimiento de esta ley varía según las regiones del país. Los expertos indican que el mayor retraso se produce en el tiempo que tardan los pacientes en ser dirigidos a un especialista y recibir un diagnóstico.

Desde 2019, Brasil intensificó este enfoque en la premura con la ley de los 30 días que establece como límite un mes para realizar pruebas y diagnosticar casos sospechosos. De acuerdo con cifras de Pedrini, el 86 por ciento de los pacientes privados inician su tratamiento dentro de los primeros 60 días tras presentar síntomas, mientras que en la red pública solo el 50 por ciento accede al tratamiento en ese mismo período.

Aunque Brasil aún no ha logrado un éxito rotundo, las políticas implementadas buscan abordar lo que se sigue ignorando en México: diagnóstico y tratamientos oportunos.

La OMS prevé que los pacientes que manifiestan este cáncer crecerán un 77 por ciento para 2050. Existen casos de éxito en otros países y programas de control del cáncer que han logrado reducir la incidencia de tumores malignos y su mortalidad, y México puede aprender de estas lecciones. El cáncer de mama, como lo demuestran numerosos testimonios, no tiene que ser una sentencia de muerte.

Imagen portada: Freepik

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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