Por Félix Cortés Camarillo.
Inventamos, maquinamos
Situaciones no estrenadas
Provocamos con palabras
Nuestro fuego abarasador.
Lucas Mezcua, Manuel Palavez, Cómplices.
Una de las principales aportaciones del invento que se ha dado a llamar Wiki Leaks y cuyo más espectacular fenómeno ha sido la permanencia prolongada de su aparente redactor en jefe, el australiano Julian Assange, como prisionero de lujo en la embajada ecuatoriana en Londres por supuestamente haberse tirado a una sueca facilona, ha sido –además del torrente casi indigerible de tan abundante de datos secretos de todo el mundo en todas las actividades delictuosas o no– el descubrimiento de nuevas redes de difusión de los pecadillos y los pecados grandes de personas e instituciones.
A nivel internacional, un sindicato de periodistas agrupados bajo las siglas de CIIJ, una cofradía de periodistas independientes de una docena de países, incluyendo México, que comenzaron a desvelar sus hallazgos escandalosos a partir de un diario berlinés de prestigio, contando entre sus cómplices en las revelaciones a The Guardian de Londres, Le Monde de París, El País de Madrid y otros periódicos de menor prestigio.
En paralelo, en México se comenzó a desarrollar el organismo llamado Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que por su cuenta ha desarrollado importantes investigaciones que ponen al descubierto casos de grave corrupción en México y su más reciente aparato de gobierno, y que se ha apoyado mucho en la cadena de CIIJ para dar a conocer sus hallazgos, nada grataos al gobierno.
Por alguna razón que se me escapa, la administración actual del presidente López pretende descalificar las denuncias del MCCI sobe la base, que nadie ha rebatido, de esa organización que es patrocinada con el dinero y los afanes políticos de un importante empresario mexicano y su hijo del mismo nombre: Claudio Xavier González, cuya empresa insignia se dedica a fabricar toallas sanitarias que tres o cuatro días al mes alivian a nuestras mujeres de molestias, y de pañuelos de papel sin los que no podemos vivir, como decía el anuncio.
Sean peras o manzanas, Kotex o Kleenex, la verdad es que Mexicanos Contra la Corrupción y la Corrupción, en cuyas filas se encuentran periodistas agresivos y serios a pesar de su juventud, y muy respetables evaluadores de la realidad mexicana, ha logrado poner al descubierto complicidades graves entre funcionarios gubernamentales, sí claro, del pasado –eso se usa ahora– y entidades de la delincuencia organizada mundial.
Caso notable es la firma brasileña Odebrecht que tenía en su organigrama una enorme división llamada de sobornos internacionales y que repartió en América Latina y de específica manera en México, millones de dólares que todavía siguen bajo investigación a personeros de la autoridad pasada. Y tal vez presente.
Sobornos, cochupos, mordidas o lo que sea que son ampliamente del dominio público y no se han investigado. Eso a pesar de que el procurador saliente de la administración Peña Nieto dijo expresamente que el expediente Odebrecht estaba listo para consignación.
Yo no afirmo que MCII posea la verdad absoluta. De lo que no tengo duda es que ha destapado una cloaca a la que nadie quiere asomarse.
Lo cual indica a que las que no se quieren acercar son narices que estuvieron metidas en la complicidad.