Por Félix Cortés Camarillo
La novela de Gabriel Gacía Márquez El Amor en los tiempos del Cólera, inicia con un párrafo inovidable, como todos los suyos, narrando en siete líneas el suicidio del refugiado antillano Jeremiah de Saint Amour, que inhaló vapores de cianuro de oro, y así “se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria”.
No es para mí la mejor novela del colombiano, pero esa frase sí, tal vez, la más rotunda definición del destino, como lo es la tantas veces citada de “muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento”….Que tiene que ver con lo mismo: lo único que hace de nosotros animales diferentes de los otros, la memoria
García Márquez en toda su obra y nosotros en toda nuestra vida tenemos que cargar el yugo de un pasado que se encuera y se reviste de memoria cruel. Algo de lo que no podemos nunca escapar, aunque se oculte.
El l5 de octubre de 2018, don Salvador Cienfuegos, general del Ejército mexicano y quien había sido secretario de la Defensa con el Presidente Peña Nieto, y que al entregar el cargo ese año había anunciado su retiro, fue detenido en Los Ángeles, California cuando aparentemente viajaba con su familia a pasar un buen descanso en Disneylandia. La acusación de la DEA era complicidad con el narcoráfico mexicano y lo que se ofrezca.
Nunca en la historia alguien de ese alto rango en la función pública corriente o pasada- mucho menos un secretario de la Defensa- había pasado por un transe así. Gran escándalo.
Un mes y medio después, el 20 de noviembre, la jueza Carol B.Amon se desistió de todos los cargos en contra del mexicano. Ella dijo que su decisión le había sido ordenada por el Departamento de Estado para “no afectar las relaciones entre México y los Estados Unidos”. El gobierno mexicano había amenazado con restringir la operación de policías gringas suelo nuestro. La jueza, o el Departamento de Estado, enviaron a la Fiscalía General de la República de México, el expediente completo del general Cienfuegos, para que fuese juzgado en nuestro país. Ese fue el acuerdo.
Pasadas las fiestas navideñas, menos de 50 días transcurridos, el 14 de enero de 2021, la Fiscalía General de la República exoneró al general Cienfuegos, se desistió de todo proceso y dijo, como sigue diciendo hoy, que no hay pruebas para enjuciar al mílite. La historia sigue.
En octubre de 2013, en una celebración del Colegio Militar, ese que forja héroes, y del cual Cienfuegos fue graduado y más tarde director, el presidente López Obrador le entregó una condecoración más que honrosa. Yo no encuenro ahora la extrañesa expresada porque el general Cienfuegos haya aparecido prominentemenete en la ceremonia de la Marcha de la Lealtad el otro día.
Momentito. Yo no asumo ninguna como ciertas de las culpas que le atribuyen a este hombre de cuna modesta, que como muchos de su clase no vio más futuro que la carrera militar, que fue la de su padre cuando el quedó huérfano de dos años. Pero tampoco meto la mano al fuego por su inocencia.
Pero es que ese no es el caso. Mi tema es la memoria. Y en México y allá al norte, nadie recuerda nada, y todos insisten en las mentiras que rcuerdan a huevo.Y mi memoria me dice que en los Estados Unidos la DEA es un instrumento implacable, dipuesto a cumplir cualquier orden de su gobierno. Que los jueces y juezas de ese país obedecerán las instrucciones que les manden “de arriba”.
Y que en mi país somos exactamente iguales, pero más cínicos. Si por lo menos tuviésemos el valor del fotógrafo antillano, que amarró a su catre al perro que le acompañó antes del siguiente párrafo de la novela de García Márquez.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Algo debe tener el supueso modelo de austeridad republicana, rayando en miseria franciscana, de Lopitos, que ya la adoptó precisamente Elon Musk, que dólares no le faltan. Anda recortando presupuestos por donde la da la gana: ayuda al exterior, educación, o lo que se le ocurra. Si este déficit se combina con el efecto de los aranceles que dicen que vienen, el país e Trump anda en graves problemas.
