Por Obed Campos.
El robo cometido contra la Casa de Moneda en el que los ladrones lograron un botín cuantificado hasta el momento en unos mil 500 centenarios, valuadas estas monedas de oro en unos 50 millones de pesos, era de esperarse.
No le estoy quitando la gravedad al asunto, ni haciendo lo que el presidente que quiso minimizar el robo, no, se trata de un hecho gravísimo, pero previsible, dadas las características y la importancia que se le da a la seguridad en México.
Vaya, lo cuantioso no es el botín, sino el riesgo en que están todas las instituciones y el país mismo: nuestra frontera del sur está llena de poros y parece que a nadie le importa.
Más que en dinero, la cuantía de lo robado al patrimonio de los mexicanos debería de medirse en cuánta prevención se necesita para que no vuelva a ocurrir un hecho tan lamentable y que deja en vergüenza a todas las instituciones de seguridad del país.
¿Cree usted que van a encontrar a los ladrones? Es probable que sí, pero de eso a recuperar lo robado, se ve muy difícil, y ya a estas horas es muy seguro que acabe en los dientes de algún pariente como relleno de muela.
Por eso digo que el robo podrá ser asombroso, pero nada raro en nuestra nación en la que no se roban el Ángel de la Independencia, nada más porque no les cabe en la camioneta.
