Por Federico Arreola.
Nadie en los diarios está obligado a publicar columnas sobre Rosario Robles. Pero, siendo el tema del momento, si un comentarista político escribe de otra cosa seguramente lo hace por razones muy poderosas, esto es, por intereses muy específicos.
La única explicación que encuentro al artículo de hoy en El Universal del señor Hernán Gómez -una calumnia, una más de este analista, contra Alfonso Romo- es la obsesión de Carlos Urzúa que lleva al ex secretario de Hacienda a atacar en todo momento al jefe de la Oficina de la Presidencia. Hernán Gómez, como ha quedado demostrado, es vocero del ex secretario Urzúa. Y, como tal, se lanzó otra vez a morder a Poncho Romo.
No daña al empresario que colabora con el presidente López Obrador ni beneficia a Urzúa. No tiene importancia, pues. Lo menciono nada más para apuntar un hecho curioso, que ejemplifica cómo son las cosas en la comentocracia mexicana actual.