Por Félix Cortés Camarillo.
Además de incluir posturas, frases y metodología evangélica, como por ejemplo la repetición casi cotidiana de los mismos clichés o slogans, la actual administración procura casar sus procedimientos con referencias históricas supuestamente impecables. De esta manera hay un cuerpo de activistas, mayormente jóvenes, que son denominados, en la reminiscencia del lenguaje de Morelos, servidores de la Nación. En realidad, se trata de reclutadores de simpatías a cambio de los apoyos del erario a estudiantes, desempleados, ninis y viejos para futuras situaciones electorales, que en el 2021 van a estar a todo lo que da.
Este activismo, que registra nombres y datos generales de los beneficiarios, no ha sido suficiente para mantener el ritmo de los tiempos educativos: la distribución de los libros de texto gratuitos, a horas de que comience en todo el país el ciclo escolar, no ha sido completada ni siquiera poniendo a los marinos y soldados a meter el hombro, como siempre lo hacen, cuando el aparato estatal se muestra deficiente.
Pero en el caso de los libros de texto se está acudiendo a un método más radical y torpe de empadronamiento. Me cuentan los maestros de Yucatán que, para la entrega del paquete de libros de texto, ellos tienen la obligación de tomar una fotografía del o los padres o tutores que los reciben. Individualmente.
Es una manifestación de falta de confianza a los educadores, que resulta bastante frecuente en México. Pero es un ejercicio tedioso, costoso y que no tiene más propósito que aumentar el padrón de los que algo le deben al Estado y con cuyo apoyo en las futuras urnas se cuenta.
Yucatán es un estado pequeño. Me dicen que son cincuenta y ocho mil los paquetes de libros de texto gratuito que están siendo distribuidos a toda prisa, pero con fotografía individualizada. No quiero imaginarme el problema que implementar la medida tenga en otras entidades con mayor densidad poblacional y peores comunicaciones.
PILÓN.— Siempre he sido y seguiré siendo partidario de la libre manifestación de las ideas y protestas. Permanentemente me opondré a la cobardía del anonimato, tan favorecido en las redes sociales o del seudónimo. De la misma forma me parece que toda manifestación de inconformidad social pierde en su valor cuando sus participantes ocultan sus rostros, y más aún cuando acuden a la violencia y al vandalismo. Todo en favor de la igualdad de género, que en este caso debe traducirse como protagonismo de grupos políticos bien organizados, con recursos y objetivos definidos, especialmente en la capital del país. Eso hace sospechosas las marchas y desmanes de estas mujeres, que seguramente en gran número han sido inducidas con engaños, y que violentamente se oponen a que sean grabadas sus antisociales conductas.