Por José Jaime Ruiz.
La renovación del Consejo Político del PAN en Nuevo León quiso mandar un mensaje de unidad a Marko Cortés, presidente nacional: ahí estaban los históricos de la vieja guardia, como Fernando Canales, José Luis Coindreau, Angela Stelzer, Mauricio Fernández, Tere García de Madero, Fernando Margáin y Kana Fernández, pero dominaron los nuevos, como el diputado federal, Raúl Gracia, el alcalde de San Nicolás, Zeferino Salgado y el diputado federal Víctor Pérez, quien deslizó en las columnas políticas que era la segunda fuerza después de Raúl Gracia y, en tercer lugar, se encontraba Salgado. Falso, la relación, al menos en los próximos tres años, es inquebrantable entre Zeferino y Raúl y, si pueden, acabarán con la muy acotada fuerza de Víctor.
Marko estuvo en Nuevo León para presenciar y enunciar lo que le convenía: “Qué emoción el ver cómo se conjugan, cómo se mezcla el panismo de la denominada vieja guardia con el panismo actual, qué emoción poder ver, que como antaño, todos podamos estar unidos”.
Marko evalúa mal. Raúl Gracia y Zeferino Salgado tuvieron acercamientos con el senador de Movimiento Ciudadano, Samuel García, para negociar posiciones electorales. Le cedían a Samuel la gubernatura y los panistas se quedaban con los candidatos a las alcaldías metropolitanas. Diputaciones federales, locales y regidurías serían objeto de negociación. Samuel, engallado por sus buenos números actuales entre los ciudadanos de Nuevo León, los mandó al carajo.
Así, no se sabe con quién se quiere aliar Marko, porque ha dicho que en el 2021 el PAN en Nuevo León, probablemente, vaya en alianza. Lo cierto es que el panismo se desmorona en el estado y quien ganará con los tránsfugas es Movimiento Ciudadano. El expanista, exgobernador y exsecretario de Estado, Fernando Elizondo Barragán, junto con Samuel García y el alcalde de San Pedro, Miguel Treviño, ya evalúan a los panistas que se han acercado al partido naranja. Las traiciones llegaron más temprano que tarde –uno de los primeros en desertar sería el exalcalde y candidato fallido a Monterrey, Felipe de Jesús Cantú.
¿Cortarle las alas en NL a Alito?
El ungimiento de Alejandro Moreno como presidente del PRI nacional tuvo buena asistencia por parte de los priistas de Nuevo León. En el estado difícilmente el PRI tendrá de aliado electoral al PAN, aunque en la práctica política de todos los días no se menoscaba esa unión de intereses.
Los únicos priistas confiables de Nuevo León para Alito son Felipe Enríquez y Felipe González, sobre todo Enríquez. Los demás se sumaron a destiempo o a contratiempo. No sólo se tiene que evaluar quién será el próximo presidente estatal del PRI –Pedro Pablo Treviño, dada la nueva dirigencia nacional, tendría que dejar el puesto–, sino también, de los precandidatos, quiénes han sido fieles al partido sin coquetear con otro, en este caso Morena.
De los fieles, aunque en diferentes grupos, se encuentran el diputado local Paco Cienfuegos; el alcalde de Monterrey, Adrián de la Garza; Cristina Díaz, alcaldesa de Guadalupe; César Garza, alcalde de Apodaca; el exsecretario de Organización, Héctor Gutiérrez; y el exsenador Jorge Mendoza.
El exsecretario de Economía, Ildefonso Guajardo, declaró hace meses que quiere ser candidato por el PRI o por otro partido. Ya se acercó a Morena, al círculo íntimo, decisorio (no al de Yeidckol Polevnski) y sólo le pusieron como condición que acercara a cinco líderes y lideresas del PRI (César Garza, Pedro Pablo Treviño, Adrián de la Garza, Paco Cienfuegos, Cristina Díaz). No pudo convencer a ninguno (a).
La alcaldesa de Escobedo, Clara Luz Flores, tuvo un importante acercamiento con Yeidckol, pero todas las negociaciones en lo oscurito de Polevnski, ya se cayeron. Ni Arturo Durazo ni Olga Sánchez Cordero tienen tanta influencia en el equipo compacto, íntimo, de Morena-AMLO para impulsar a Clara Luz. Esas negociaciones se desmoronaron.
En fin, ya se sabe que en “el baile del poder, el traidor encabeza la danza”.