Por Félix Cortés Camarillo.
Es normal que te preguntes lo que hacemos,
cuando tú vas, nosotros estamos de regreso
Kidd Keo, Back to the future
Lo que se ha dado en llamar en México el Movimiento del 68 comenzó hace medio siglo y un año como una reyerta entre grupos de preparatorianos, que en mi tiempo se llamaban bachilleres. A ese sainete siguió un bazukazo del ejército a una puerta histórica, la consecuente ira estudiantil, luego social, y todo lo que terminó comenzando el dos de octubre en Tlatelolco para ser un hito histórico de este país. Escribí comenzando porque aquello no terminó precisamente ahí.
El viernes pasado podría ser recordado como otro movimiento similar.
Una supuestamente bien fundamentada marcha por la capital del país de las mujeres en protesta de la agresión que cotidianamente sufren está evolucionando en simiente de un movimiento parecido al del 68.
Para ello coinciden dos factores básicos: la incapacidad de la autoridad para reaccionar acertadamente a una situación inédita en primer lugar. En segundo, la vulnerabilidad que estos movimientos exponen a fuerzas externas que los usan. En el caso del 68, como en los toros, todos somos Manolete. En segundo, es obvio.
La marcha del viernes y sus consecuencias pueden marcar un parteaguas para el ya no tan joven gobierno del presidente López. Pareciera ser que en nuestros tiempos de la cuarta república, la doctrina es paz y amor, no es lo mismo doctora Scheinbaum, licenciado López Obrador, estar de un lado de la mesa que en el otro, evidentemente. No es lo mismo ser rebelde que ser papá.
El movimiento del 68 no tenía más bandera que la rebelión de la juventud ante la ceguera y la sordez voluntaria del estado.
La marcha del viernes, con todas sus disfunciones y falta de liderazgo claro, tiene una clarísima causa: el rechazo activo al abandono secular -eso quiere decir por siglos- que la sociedad mexicana les ha reservado a sus mujeres. Las dos únicas causas más nobles en que yo creo son la violación persistente que hemos hecho de los derechos de los niños y los ancianos. Pero ese es otro tema.
Ciertamente la historia se repite, pero no en círculos sino en espirales: en cada vuelta aprendemos algo más. O eso creemos. De cualquier forma, estamos volviendo al futuro. Y no tenemos un DeLorean -¿era es el carro?- para el viaje.
Mi compañero José Cárdenas, entrevistando en su programa de radio a una de las supuestas cabecillas de la marcha del viernes, definió el asunto con certeza sobre la marcha: romper indiferencias sobre un tema crucial.
Yo creo que hay muchas indiferencias y muchos temas cruciales.