Ernesto Canales Santos, de nuevo visita Los Tubos y charla con José Jaime Ruiz sobre un tema vigente, todavía, en los ámbitos nacional y local. Aunque el Presidente de México insista en que la corrupción se acabó, el hecho es que, si esto es verdad, hay secuelas que todavía no acaban de curarse.
En verdad, la lucha contra la corrupción es relevante, pero no se puede avanzar en esa ruta si, a la vez, no se erradica también la impunidad. En este tema no puede haber “borrón y cuenta nueva”, porque la corrupción ejercida desde en la función pública, no sólo fue lesiva para los bienes de la nación, también dañó profundamente el tejido social, permeó conciencias, desfiguró los valores que dan coherencia a México como nación. Tolerar la impunidad es validar una tremenda traición a la Patria.
Ernesto Canales, como activista y con su experiencia como el primer fiscal anticorrupción en todo México, desentraña la red de intereses, sobre todo políticos, que acabaron por inutilizar la subprocuraduría en su tiempo. El rapto de la función de la Procuración de Justicia al Poder Ejecutivo que, si bien no era muy sana, acabó siendo enfermiza al pasar ahora a una dependencia más intensamente politizada, como es el Poder Legislativo Local.
Así, se llegó a la paradoja de que, mientras la Fiscalía Anticorrupción federal es autónoma por concesión, no por ley; en Nuevo León se desdibuja cualquier tipo de autonomía al hacer a las fiscalías estatales, dependientes del Congreso.
Ernesto Canales da cuenta de este proceso, y las razones de este cambio de mandos en donde no sólo hubo partidos políticos interesados en controlar las investigaciones contra corruptos, también hubo medios de comunicación que se sumaron en una batalla por mantener la impunidad.