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Educando a Andrés Manuel

Por José Jaime Ruiz.

¿Quiénes fueron los invitados del presidente Andrés Manuel López Obrador a su Primer Informe? La clase política y la clase empresarial. Para simular que esto fue su “tercer informe”, le dio atole con el dedo a los ciudadanos: se supone que ya había tenido dos informes previos para nosotros de, no la Cuarta Transformación, sino de la Cuarta Simulación. No se vale.

La Cuarta Simulación se presume como un cambio de régimen, nada más inexacto. Asistimos a la República Priista Restaurada. Ahí está Manuel Bartlett como el mayor símbolo de la degradación de este sexenio. Pero también están ahí los empresarios y herederos del “neoporfiriato”, aplaudiendo como aplaudieron desde Carlos Salinas de Gortari, y aún antes del “neoliberalismo” ahora tan –lo boquiflojo acentúa lo simulador– vilipendiado.

Andrés Manuel debe de estar “feliz, feliz, feliz” con las encuestas a modo. Es obvio que su bono democrático no ha decaído. Al menos no en picada. La situación del país, sin embargo, no ha tenido una sustancial mejoría en términos de seguridad, de economía y de certeza para las inversiones. López Obrador alude a Juárez y se comporta como Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón: le entregó las fronteras al gobierno de los Estados Unidos; al artífice de la supremacía y el lenguaje de odio, Donald Trump. La sumisión de México a EU es vergonzosa.

Nuestro presidente podría releer a Enrique González Pedrero:

“Pero ya hemos visto cómo la gobernabilidad ideal puede sufrir fracturas. La más aguda se da, sin duda, cuando se acentúa la contradicción entre la necesidad de garantizar la acumulación de capital y la de mantener condiciones de estabilidad y armonía social. Cuando el desfase es muy pronunciado y los gobiernos no logran demostrar, en un plazo razonable, la eficacia de sus fórmulas económicas, las fracturas sociales se traducen en pérdida de capital político.”

Nuestro presidente podría releer a Luis Villoro:

“Pero la persona razonable tampoco trata de forzar con sus razonamientos la realidad. Frente a la rigidez y altanería de una razón abstracta y pura, prefiere enfrentar sus tendencias irracionales con una razón consciente de su fragilidad e incertidumbre, aceptante de sus límites, tolerante de las opiniones que la contradigan. Porque sabe que sólo así podrá devolver a la razón su función de servidora de la vida.”

Y sí, Andrés Manuel, de la arrogancia, altanería o soberbia sólo espera malos consejos. Los mexicanos están hartos de los arrogantes, los altaneros, los soberbios. Ese hartazgo se traduce en urnas.

@ruizjosejaime

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Autor: lostubos
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