Por Francisco Tijerina.
“Dale, dale, dale; no pierdas el tino”
Ronda infantil.
Si la diputada local de Nuevo León Claudia Tapia lo hubiese hecho planeado, no le sale tan bien.
Ayer por la mañana acudió a la Oficialía de Partes del Congreso a entregar una propuesta de iniciativa pidiendo que aquellos diputados que abandonen la fracción por la que llegaron al cargo deban ser considerados como “diputados sin partido”. Pocas horas después todo cambió.
Y es que algo sucedió al interior de la fracción de Morena que hizo que Claudia por fin reventara, luego de muchas amenazas e intentos fallidos y como los diputados del PT que se fueron de su partido (sin irse) al PRI, Tapia dejó la bancada de Morena para hacer “Morena 4T” o “Morena B”, como usted le quiera llamar.
El fondo del encanijamiento de la diputada no es nuevo, de hecho, existe desde el mismísimo día en que le arrancaron la coordinación de Morena en el Congreso y no en pocas ocasiones dejó ver, pública y privadamente, su molestia con sus compañeros.
Y puede que tenga razón, pero el problema hoy son los tiempos y las formas en que se dio su separación, porque lo hizo justamente después de haber propuesto que no se diesen más brincos y saltos de los diputados por lo que, en simple y llana congruencia con su propia iniciativa, Claudia Tapia no podría formar una subdivisión de Morena y quedarse como diputada sin partido.
Por mucho que se justifique la legisladora y por buenas que sean sus intenciones de luchar contra el mal, en esta ocasión la falta de tino y de “timing” la hicieron caer en su propia trampa en apenas unas cuantas horas.
Lo serio, lo ideal, lo deseable, es que Claudia asumiera su responsabilidad y públicamente manifestase su visión e ideario político, actuando bajo esos parámetros pero asumiéndose como una diputada sin bancada, que no es lo mismo que una diputada sin partido.
A mi amiga le faltó creatividad para presentar su nueva condición y se mordió su propia mano.