Ni modelos de 1,80, ni cuerpos que encajan en el ambicioso canon de 90-60-90 centímetros. La pasarela parisina dejó este martes hueco a jugadoras de fútbol, cantantes y musulmanas con velo, que desfilaron en la firma Koché, mientras Marine Serre se apropió del «chaleco amarillo» en un desfile político.
Son dos de las marcas francesas del momento, ambas lideradas por jóvenes mujeres: Christelle Kocher, natural de Estrasburgo, que acaba de entrar en los cuarenta, y Marine Serre, que ha dado su nombre a su firma y con 27 años es uno de los caramelos de la pasarela para los cazatalentos extranjeros.
Koché presentó una de sus más ambiciosas colecciones hasta la fecha, dentro del estadio deportivo de Bercy, en el que se juegan campeonatos de hockey o tenis.
La diseñadora avanzó su colaboración con la marca Nike de cara a la Copa Mundial Femenina de Fútbol, que se juega a partir de junio en Francia.
Las camisetas de equipos como el Barça o el Chelsea se convirtieron en vestidos de noche con flecos y plisados, como el que lució la modelo española Sita Abellán, que aunque apenas supera el metro setenta de altura, fue una de las pocas en ser modelo de profesión.
Koche, que dijo haber dedicado la colección a las mujeres y al deporte, que «desde pequeña» le ayudó a sentirse «bien en su cuerpo», puso a desfilar a la DJ Kitty Cash, a la rapera Lean Chihiro o a la modelo belga Feriel Moulaï, conocida por haber hecho carrera sin quitarse el hiyab.
«Para mí era muy importante el elenco de modelos en esta colección, destacar a chicas por su personalidad y no por su físico. Son chicas muy diferentes, estudiantes, artistas, cantantes y también modelos de verdad. Pero mi mensaje es que la moda debe dirigirse a todo el mundo», dijo Kocher a Efe.
También inscrita en el espíritu de su tiempo, la jovencísima Marine Serre aprovechó esta segunda jornada de la Semana de la Moda de París, donde se presentan las colecciones otoño-invierno 2019/20, para advertir que el mundo podría llegar a su fin.
Pese a recurrir a una silueta muy ochentera, con minivestidos, hombreras y accesorios dorados, Serre dejó claro cuál era su intención cuando puso sobre la pasarela un impermeable amarillo con barras reflectantes, un guiño al movimiento de protesta social que ha sacudido Francia en los últimos meses.
La francesa, ganadora en 2017 del prestigioso premio LVMH, imaginó una moda para un mundo radiactivo que ha sucumbido a la amenaza del cambio climático y donde sus habitantes, que protegen su piel mediante mallas y pasamontañas decorados con conchas, deben reciclar sus prendas para poder seguir a la moda.
«El apocalipsis puede ser positivo para estimular la creación, las conchitas no cuestan nada», relativizó entre bambalinas la diseñadora.
