Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
El presidente Andrés Manuel López Obrador es un maestro en cambiar la narrativa de los medios de comunicación. Ante las críticas, algunas feroces, en contra del Insabi, en la mañanera de hoy anunció, vía Jorge Mendoza (Banobras), el regreso del avión expresidencial de California al aeropuerto internacional “Benito Juárez”. El tema de hoy y de mañana será el avión y no el Insabi.
Los medios y gobernantes pagados por las farmacéuticas han desatado una crítica, casi siempre sin argumentos, en contra del instituto. Como en muchas cosas de este gobierno, faltó planeación, pero ni se ha tomado por “asalto” la protección de la salud de los ciudadanos ni el instituto nació muerto ni provocará las muertes que desde ahora le adjudican.
El regreso del avión presidencial de la dupla Felipe Calderón-Enrique Peña Nieto favorece el discurso de austeridad de López Obrador. Como Los Pinos, el avión podrá ser visitado por los periodistas, exhibirlo a empresarios en el paquete de venta de otras aeronaves y, probablemente, mostrar su lujo a organizaciones sociales. El avión no tiene rentabilidad financiera (hay qué seguir pagándolo durante esta década), pero sí tiene utilidad ideológica: es la muestra tangible de la corrupción versallesca del antiguo régimen.
El avión, ya pasó un año, no se va a vender, es casi imposible, además, se gasta demasiado en renta diaria para mantenerlo en el hangar californiano. Se proponen soluciones que, tal vez, tampoco sean viables.
Expresó López Obrador en la mañanera:
“Al regresar el avión, ya tomamos la decisión de entregarlo a la Fuerza Aérea y sin descartar la opción de venderlo a un solo comprador o a una sociedad de 12 empresas y la tercera posibilidad es la renta por hora.
“Hay en el mundo un avión con estas características que se renta, uno solo, creo que en Asia y ya está establecido el cobro de la renta cuánto cuesta volar por hora. Eso también estaría bajo el control de la Fuerza Aérea Mexicana”.
Si en el planeta sólo existe un avión, con estas características, que se renta, es porque no es necesaria la competencia: ninguna excepción se convierte en regla. Ya ha pasado un año y el avión no se ha vendido y no hay ninguna perspectiva que en este 2020 se venda a un solo comprador o a doce socios. Andrés Manuel no quiere malbaratar la aeronave pero, tal vez, esa sea la única opción.
Quedarse otro año con el avión es perder-perder. El avión no es un buen negocio para los mexicanos. En el río revuelto del neoliberalismo, empresarios y gobernantes ganaron con medicamentos, huachicoleo, exenciones o condonaciones de impuestos… a todo eso se le dio vuelta de página. Con el avión hay que hacer ganado lo perdido –hasta donde se pueda–, sacarlo del presupuesto, del erario. Como se dice en buen mexicano: A chingar su madre, hay que mandarlo a volar.