Por Eduardo Campos Sémeno
Diario del Coronavirus 002. 17 de marzo de 2020
192, 360 infectados confirmados
7, 841 muertes reportadas
6:42 PM
Las autoridades de Nuevo León anunciaron ayer el cierre de cines, casinos y salones de fiesta, como la siguiente etapa para incrementar el aislamiento social que se receta para hacer frente a la pandemia del coronavirus.
Aunque la medida parece sensata y acorde con lo que se ocupa, no puedo menos que reflexionar en las repercusiones que de inmediato va a causar el freno a tanta actividad económica.
Desde ayer ya señalaba aquí del impacto inimaginable en la economía mundial de este aislamiento. Cada día que pasa pisaremos territorios inéditos en ese respecto.
De hecho, el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos Walther salió desde el lunes temprano, y de forma bastante agandallante, a estirar la mano para pedirle al Gobierno federal una serie de quiebres económicos para sus empresarios agremiados, que igual ven venir los trancazos financieros.
Sin embargo, lo primero que me preocupa –y creo que nos debe preocupar a todos– es la suerte que correrán no los ricos empresarios, sino todos aquellos trabajadores informales que, sin ser empleados fijos, dependen de todos los negocios y familias que estarán clausurados por el aislamiento.
Mozos, acomodadores de coches, vendedores de comida a empleados, taxistas, empleadas domésticos temporales, lavacoches, albañiles a destajo, plomeros, y hasta casi la totalidad de los meseros dependen de propinas y del flujo económico diario que generan todos los negocios que a partir de ya estarán cerrados.
Y si bien las pérdidas serán para todos ellos igual que para los patrones o dueños de negocios, la diferencia es que la gran mayoría de esos trabajadores informales, por no decir todos, viven literalmente “al día”. No es raro ver en ese nivel de subempleo, que el trabajador vaya y surta “despensa” o comida para el día siguiente, con lo que recolectó ese día.
Ahí es donde toda esta situación se pone más delicada, porque resulta que hay de aislamientos a aislamientos. Para unos, aislarse significa quedarse en casa o no circular para prevenirnos de una infección. Para otros, aislarse puede significar no tener para comer el día de mañana.
No me queda duda de que el Gobierno de México tendrá que desplegar medidas económicas para enfrentar esta crisis, igual que harán las autoridades de todos los países del mundo.
Sin embargo, espero que tanto Gobierno como sociedad pensemos primero en ayudar directo y sin escalas a aquellos en riesgo de pasar hambre, antes que ceder a las demandas de los sectores más privilegiados, como los que representa Gustavo “El Buitre” de Hoyos.
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