Por Carlos Chavarría
Es bien conocido que el presidente López Obrador ha guiado su actuación por razones electorales, su estrategia de gobierno está dirigida a consolidar una clientela electoral que le asegure mantener o superar su posicionamiento electoral de frente a las elecciones del 2021.
Como están las cosas en el escenario de corto plazo, tiene ya bien poca importancia; para todos los actores políticos, continuar con el golpeteo cotidiano pues lo que está en juego no son las elecciones sino la ruptura de las alianzas sociales cooperativas mínimas para salir adelante del enorme bache que dejara la pandemia y el problema de caja del gobierno federal debido a las deudas, al precio del petróleo y el aumento del gasto público obligado por la política de desarrollo social adoptada.Las crisis concomitantes que vivimos en el pasado reciente, como el terremoto y la crisis por la deuda del sexenio de Miguel de la Madrid, la aún no asimilada crisis económica derivada de las hipotecas subprime de 2008 y la pandemia por la influenza de 2010, se superaron gracias a que, a pesar del enrarecimiento del clima político nacional e internacional, fuimos capaces de hacernos fuertes sobre lo que estamos de acuerdo, que es lo mas importante, y postergamos nuestras diferencias para mejor oportunidad.
En las elecciones del 2018 se hicieron sentir las diferencias y en consecuencia se votó. Ahora como sociedad debemos hacerle saber a los lores económicos y a los del poder público que dejen a un lado las diferencias para después, y otra vez, trabajemos por la concordia que requiere la transición.
Ni se puede cambiar de caballo a mitad del río, como tampoco se puede intentar un golpe de timón para balcanizar a la república. Dudo que la sociedad escoja el suicidio colectivo como opción.
Si los fantasmas del presidente y “sus” adversarios no optan por la concordia, hagámoslo nosotros. Que no sea la abulia y la displicencia la que decida por nosotros.
Tenemos demasiada historia sobre nuestros hombros como para dejar que se repita el mismo resultado en el decaimiento del nivel de vida de todos los mexicanos por causa de querellas versallescas que, además de inútiles, son ya una burla notoria.