Por Obed Campos
Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios. //Baltasar Gracián y Morales
La imagen de la autopista de Guadalajara a Puerto Vallarta atestada de turistas que escapaban (pese a las advertencias sanitarias) el viernes y el sábado pasado, me hicieron comparar la imagen con la desolada Carretera Nacional, termómetro de los descansos de los regiomontanos, y que en estas fechas, que debería de estar llena, está desierta.
Pero es que hay que ser necios de veras.
Ahí están las advertencias de todas las autoridades, ahora sí, que del mundo mundial. La cifra de muertos va in crescendo, en todos lados del planeta, menos en China, donde parece que el Covid-19 les está dando una tregua.
A la gente se le ha llamado hasta el cansancio a guarecerse en casa, en lo que pasa la tormenta, pero por un oído les entra la advertencia, y por el otro les sale.
Bueno, ya tuvo que salir el gobernador nayarita, Antonio Echevarría García, a explicar que el coronavirus no es como el Chupacabras.
Y no pudo mencionar mejor analogía: del monstruo legendario aquel de los primeros años noventas, quedaron un reguero de gallinas y chivas muertas…
Y en eso quedó, en ser una leyenda. Porque nada que ver con los 1.3 millones de casos de coronavirus que han dejado 76 mil muertes en el planeta.
El Covid-19 lo que nos está dejando alrededor del mundo es una estela de seres humanos muertos.
Acá en Monterrey, donde no cantamos tan mal las rancheras, parece que la gente sí está haciendo caso.
De todos modos ayer voló rasante a la ciudad un helicóptero de gobierno que mediante un altavoz exhortaba a la comunidad a quedarse en casa.
Ya habrá tiempo de salir, si todos nos portamos bien y nos encerramos unos días.