Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
“Han tomado la extraña resolución de ser” irracionales… El problema de la derecha en México es que perdió toda representatividad. El advenimiento de las redes sociales los ha descubierto, desembozado, desnudado. Intelectuales orgánicos del conservadurismo tuvieron el monopolio de los medios de comunicación, de los programas televisivos y radiofónicos, de la publicidad del Estado en sus revistas. La era digital rompió con esa superestructura ideológica. Académicos e intelectuales del neoliberalismo han sido rebasados y su prestigio echado por los suelos. Eso está medido desde hace meses en Palacio Nacional, su círculo, el círculo rojo, estalló: ya no toman las decisiones, influyen cada vez menos en la discusión pública. Su sintomatología es la del estado alterado, por eso han tomado (parafraseando a Borges) la extraña resolución no de ser racionales sino irracionales.
Olvidaron una de las mejores enseñanzas de Octavio Paz (y de Daniel Cosío Villegas, Luis Villoro, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco): “El espíritu crítico es la gran conquista de la edad moderna… Un pensamiento que renuncia a la crítica, especialmente a la crítica de sí mismo, no es pensamiento. Sin crítica, es decir, sin rigor y experimentación no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura. Inclusive diría que sin ella no hay sociedad sana” (Pasión crítica. Seix Barral, p. 7).
Los ideólogos de la derecha están rebasados, derrotados política (2018) moral (2019) e ideológicamente (2020). Ajenos a las urnas, pretenden un pacto metapolítico que los incluya, carecen de representatividad para exigir, ya tienen sus espacios y les pagan bien. Sumidos en la catástrofe, siguen apostando a la “aristocracia”, a un abolengo intelectual y académico anquilosado. Apoyan las proyecciones interesadas del Fondo Monetario Internacional y los bancos de inversión (pero no aluden a BlackRock, por ejemplo).
Lo suyo es el montaje (Loret de Mola), la carencia de rigor (el periodismo de oídas de García Soto), la sublevación (Riva Palacio, Hiriart), la doble moral (Dresser), la simulación liberal (Krauze) y un largo y comedido etcétera.
Las redes sociales, que son horizontales, han trascendido la verticalidad neoliberal. Las redes sociales vinieron a romper el modelo de comunicación conservadora y asistimos a una información (y desinformación) democrática. Piden una asonada blanda, pero se oponen a que los ciudadanos ejerzan la revocación de mandato en el 2021. Hipócritas, si realmente tuvieran razón ya hubieran tomado esa bandera.
La derecha no tiene banderas sociales, tiene intereses particulares, sus defensores carecen de argumentos. La insidia, la calumnia, los recorre. Se encuentran en el lado equivocado de la historia, en el lado de los traidores. Dicen que el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien mantiene un responsable talante, polariza cuando desde hace lustros (“un peligro para México”) ellos provocaron la polarización. Colaboracionistas de los intereses trasnacionales, profetizan un día sí y otro también la catástrofe. Andan llorando por los rincones.