Por Francisco Tijerina Elguezabal
“La omisión del bien no es menos reprensible que la comisión del mal.” Plutarco
El 13 de marzo de 2018
dos mujeres de la tercera edad que vivían en un asilo ilegal en la colonia Roma
de Monterrey, perdieron la vida al originarse un incendio debido a un corto
circuito. En el lugar estaban viviendo otros 13 ancianitos y el personal de
servicio.
Como siempre, tras el siniestro hubo gritos, reclamos, exigencias,
declaraciones, iniciativas de ley, solicitud de explicaciones y todo cuando se
nos pueda ocurrir por parte de actores políticos y sociales (nunca mejor
aplicado el término de actores porque simplemente actúan, es decir hacen una
“farsa o representación” que no atiende a la realidad).
Quedaron en hacer revisiones exhaustivas y clausurar todos aquellos asilos que
no estuviesen registrados y que cumpliesen con normas, reglas, procedimientos
en salud, derechos humanos, protección civil y todo cuanto se le pueda ocurrir.
La historia es la de siempre, todo quedó en vanas promesas, no revisaron nada,
no hicieron nada y con el paso del tiempo el asunto quedó en el olvido.
Hasta hace pocos días cuando una cocinera infectada con covid-19 contagió a un
montón de viejecitos en otro asilo en Guadalupe.
Sin ser experto en el tema, he tenido la oportunidad de visitar algunos de
estos sitios y la verdad es que son bombas de tiempo que en cualquier momento
pueden explotar por la alta improvisación de instalaciones, el nulo respeto a
protocolos o la falta de visión para situaciones de crisis.
Hacinados, sin manuales y procedimientos de limpieza y atención, los adultos
mayores son vistos como fuente de ingresos y no como personas. Cualquier casa amplia
o edificio antiguo puede servir, no importa que tenga escaleras o sus
instalaciones eléctricas sean viejas, hay que sumar internos y maximizar las
ganancias.
Seguro me van a decir los dueños de estos lugares que los instalan por ayudar,
pero lo cierto es que en su mayoría son rigurosos en el cobro de cuotas y
entrega de insumos.
Si de verdad fuesen responsables se preocuparían por contar con instalaciones
no solo dignas, sino adecuadas y por implementar protocolos en caso de
situaciones como la pandemia que vivimos, sobre todo cuando existe personal que
entra y sale del lugar de manera cotidiana.
Así lo atiendan unas lindas monjitas de manera gratuita, es menester proteger
la vida de esas personas y las buenas intenciones salvan muy pocas vidas,
comparado con el daño que pueden causar, sin dolo seguramente, pero por su
absoluta irresponsabilidad.
A ver si los desmemoriados se acuerdan de esto y empiezan a poner soluciones.
ftijerin@rtvnews.com