Enrique Krauze no tolera a AMLO. Esa no es ninguna novedad. Desde hace años el director de Letras Libres ha tildado al mandatario de “mesías tropical”. No le gusta su visión de país, no le reconoce ninguna cualidad encomiable como político y lo subestima incluso como historiador aficionado. Lo mismo en sus artículos de Reforma, como en los ensayos que le ha dedicado en su revista, así como en diversas conferencias privadas (yo estuve presente en varias), Krauze considera a AMLO un populista. Y peor: un populista nacido del PRI y con los defectos más acendrados de ese partido que fue hegemónico en México por tantas décadas.
Sin embargo, tomemos en cuenta que Krauze es claramente un intelectual, fifí, conservador, o como se le quiera tildar, pero su posición es la de un intelectual, es decir, la de un profesional del intelecto: le pagan por pensar sobre temas históricos y políticos. Ese es su fuerte (o su debilidad, según se quiera ver). ¿A qué voy con todo esto? A que Enrique Krauze no necesita conspirar en ningún sótano del poder económico para criticar, condenar o hasta repudiar a AMLO. Lo ha hecho a plena luz del día y con los más graves epítetos.
Quienes suponen que Krauze ocupa maquinar conspiraciones secretas, en forma de cenáculos de encapuchados, se olvidan que los intelectuales no necesitan tramar conjuras: les basta con escribir un artículo o un ensayo y difundirlo libremente través de uno o varios medio de comunicación. O dándole forma de libro, así de simple.
Muchos intelectuales o periodistas hemos criticado fuertemente en diversas épocas, posturas políticas de Krauze: rebatimos sus ideas y sus creencias, a nuestro juicio más conservadoras que liberales. Pero jamás nos hemos brincado el debate de las ideas, para atrincherarnos en la canallada de difamarlo sin más, a título personal, ad hominem. Por ejemplo, en el reciente libro de Tatiana Clouthier, Juntos hicimos historia (¡qué título tan poco original!), a Krauze no se le combate ideológicamente: simplemente se le difama. Y en ese caso, con justa razón, Krauze advierte que se reservará el derecho de actuar legalmente contra Tatiana. ¿Lo hará? Me dicen que sí: ya los abogados de Krauze están armando la correspondiente demanda.
Ahora bien, a diferencia de Krauze, que para bien o para mal es un intelectual, Alejandro Quintero sí se dedica a conspirar en su calidad de especialista de mercadotecnia turbia. Esa ha sido su principal chamba. Es un profesional (así lo dice él mismo, me consta) de la “guerra sucia”, de las “campañas negras”, del ataque soterrado a AMLO. En esta materia, Quintero se decía experto, se creía el non plus ultra, aunque en razón de la abrumadora mayoría con que ganó AMLO la presidencia, la reputación profesional de Quintero ha quedado abollada, o rota definitivamente. Dudo que lo vuelvan a contratar para otra campaña de shitstorm. Y si lo hacen, será más por amistad, por generosidad de sus patrocinadores, que por sus ardides mediáticos qué ya no surten efectos favorables a sus contratantes. De manera que dejen a Krauze en paz, porque el conspirador es Quintero.