Por Obed Campos
“Para ser buen periodista hay que ser buena persona”, la frase, atribuida al gran periodista y corresponsal de guerra, Ryszard Kapuscinski por una entrevista que dio a El Mundo (su última entrevista, supuestamente) el 29 de mayo de 2006, es más bien una interpretación literal.
En la entrevista a Kapuscinski le preguntaron: “Para ser buen periodista, ¿hay que ser buena persona?”.
Y él respondió: “Sí, yo estoy muy seguro de esto. Nuestro trabajo depende mucho de otra gente. Es una obra colectiva. Nosotros sólo apuntamos voces y opiniones de la gente. Si nuestras fuentes no quieren hablar con nosotros, no conseguiremos información”.
Pero bien, si ser bueno es requisito para ser periodista, Juan Francisco Salazar Leal cumplía a cabalidad y demás con la bondad con la que nos trató a todos los que fuimos sus amigos.
La frase “Para ser buen periodista hay que ser buena persona”, le viene como anillo al dedo a Salazar.
Esta mañana ha sido una mañana aciaga, de puras lágrimas en Monterrey. Tras varios palos de ciego, a eso de las 10 de la mañana nos confirmaron que Paco, como lo conocíamos todas y todos, perdió la batalla contra el nefasto Covid-19.
Yo lo conocí y lo tuve de ejemplo en aquel no tan lejano año de 1985. Siempre dispuesto a ayudar a los demás, a dar la mano a los que éramos novatos, Paco saltó al pedestal de los superhéroes periodistas en el gran terremoto que sacudió la Ciudad de México en septiembre de ese año.
Juro que muchos y muchas dijimos que cuando creciéramos queríamos ser como Paco.
¿Y cómo no querer ser como él, que era el reportero estrella de la codiciada fuente de gobierno del estado?
En los corrillos se dijo muchas veces que, por mucho, era el reportero favorito de Alfonso Martínez Domínguez, a quien no cualquier periodista le cuadraba.
Ejemplo de lo bueno y humano que era, lo dio muchas veces en su última tarea al frente de la oficina de comunicación del IMSS en Nuevo León.
Paco siempre hizo el bien sin ver a quien.
Atendió todas las emergencias que pudo y dio la mano a propios y extraños.
Yo tenía mucho de no sentirme tan triste: Paco fue muy solidario conmigo y con mi familia en un percance cardiaco que tuve ya va a hacer cuatro años.
Pero no faltó quien me consolara y espero que esta frase le sirva a los suyos:
No hay que estar tristes, porque con Paco tenemos un ángel más en el cielo.