Por Félix Cortés Camarillo
Aquí se dijo, y se escribió en su oportuno momento, que el primero en que no podía sentirse jubiloso con el regreso de Emilio Ricardo Lozoya Austin, prófugo de la justicia mexicana por serios delitos de corrupción, capturado en España y sorpresivamente puesto por el mismo Lozoya en bandeja de plata como testigo colaborador prometiendo revelar nombres, apellidos y pruebas de sus cómplices era el presidente López.
En primer lugar, Lozoya era muy útil como elemento distractor de todos los males que a nuestro país aquejan, fundamentalmente la crisis económica y social que sufrimos a consecuencia del mal manejo de la pandemia del coronavirus. Elementos de importante peso mediático como el excesivo lujo, tan repetido como falso, del avión presidencial, los ”salarios de setecientos mil pesos” que existen solamente en la fantasía del presidente López, o los helicópteros que usaban los funcionarios para ir a jugar golf -caso del senador Emilio Gamboa Patrón en octubre de 2017, invitado al tee off por el intocable Enrique Peña Nieto-, han sido efectivas cortinas de humo para que los mexicanos no nos ocupemos de los problemas realmente ciertos que tenemos que resolver.
El fracaso catastrófico de una economía nacional que se basa en la demagógica repartición de una escuálida riqueza entre los pobres, en lugar de impulsar programas de inversión y desarrollo, empleo y consumo, que podrían generar más riqueza que repartir, es el primer campo abandonado. La economía soportada por una empresa petrolera ineficiente y quebrada, casada con un modelo de energéticos que está siendo abandonado todos los días por todo el mundo.
El segundo es la inseguridad que campea en nuestro país: el ostentoso despliegue de recursos de hombres y armas que la delincuencia organizada hace es un reto al Estado mexicano que el Estado mexicano no quiere enfrentar y no lo hará.
Pero el asunto es que el señor Lozoya Austin regresó a México, fue escondido de inmediato en un hospital y la justicia mexicana seguirá su proceso -que no nos quepa duda- fuera de la cárcel, desde su casa. Otro asunto es saber desde cuál casa. Es difícil que sea desde la casa millonaria de Lomas de Bezares, que está a nombre de su esposa;; poco probable que sea la casa de su madre. Ambas señoras están siendo acusadas junto con el señor Lozoya Austin.
Esto va seguir así hasta que pasen las elecciones del año que viene; luego todo el asunto, que ya habrá cumplido con su función distractora, pasará al desván de los olvidos históricos. Los que esperaban que la extradición de Lozoya Austin iba a traer espectaculares detenciones y juicios de prominentes figuras de la política mexicana del pasado más reciente. La fábula del parto fenomenal que los montes iban a cumplir, pariendo al final un simple ratón, se está cumpliendo a cabalidad.
No va a suceder nada de lo que los mexicanos esperaban.
Y nada me daría más gusto que tener que tragarme mis palabras ante los hechos.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA PORQUE NO ME DEJAN ENTRAR SIN TAPABOCAS: Con todo respeto, Señor Presidente, le hago una sugerencia. ¿Qué tal que convoca a una consulta popular del pueblo sabio, con las siguientes opciones: prefiere usted que el avión Morelos siga oxidándose en el aeropuerto o que lo use para sus viajes el presidente de la República? Seguro que todos ganamos, aunque a usted se le va a agotar el distractor del avioncito. De todos modos ya tiene a Lozoya para esos menesteres.
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