Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios.” // Baltasar Gracián
Son
los eternos inconformes a los que nunca darán gusto.
Son
los críticos sistemáticos que todo lo ven de color negro y que han
hecho de su lengua viperina y su análisis obtuso un “modus
vivendi” disfrazado de estilo personal y de una falsa defensa de
los intereses ciudadanos.
Nunca les escucharás un elogio
a nadie, jamás estarán de acuerdo con nada, pero en el fondo venden
su conciencia y su mutis a quienes les llegan al precio y ello a
cambio de simplemente guardar silencio.
Son los que el
lunes pasado en pleno diluvio provocado por la tormenta “Hanna”
en Monterrey reclamaban al gobierno el haber incumplido la promesa de
abrir el Parque Fundidora.
Son los que se quejaban de que
el Paseo Santa Lucía no tenía agua y cuando la tormenta lo llenó
volvieron a alzar la voz diciendo que el agua estancada podría
provocar la proliferación de mosquitos.
“Ningún chile
les embona”, diría un amigo.
Y de esos tenemos un
montón auspiciados y promovidos por los medios de comunicación y
por periodistas carentes de talento que encuentran en la denuncia y
la crítica fácil, aunque siempre segura, una forma sencilla de “dar
la nota” y hacerse notar.
No representan a nada ni a
nadie, aunque tienen un membrete y un cargo que los valida como
“voceros”.
Son especialistas de todo y no aceptan
cuestionamiento sobre sus premisas, hipótesis o declaraciones,
porque se sienten dueños absolutos de la verdad.
Me dan
pena, porque en pleno Siglo XXI a lo menos que podríamos aspirar
sería a una oposición inteligente que defendiese sus puntos con
argumentos e ideas y no con falsas agrupaciones cuyos representantes
se venden al mejor postor para simplemente y cuando les conviene
guardar silencio.
En eso no hemos cambiado y ya va siendo
tiempo de cambiar.