Por Francisco Tijerina Elguezabal
“El hubiera no existe.” // Refrán popular
Es cierto, “el hubiera” no existe, pero me cuestiono, ¿qué hubieran dicho y hecho los habitantes de San Pedro y otro montón de personas si el “oso cariñoso” no se hubiese portado así y en su acercamiento con humanos en lugar de juguetear le hubiese cortado la yugular con sus fauces a alguna de las mujeres a las que se acercó? ¿Habrían reaccionado igual si con una de sus garras hubiese lastimado a un niño pequeño?
No ocupo la respuesta porque estoy seguro que no.
Habrían clamado y reclamado airosa y airadamente a la autoridad por no protegerlos, por no mantener a raya a los osos, por no cuidarles y preservar su integridad física y las de las familias. Habrían (otra vez del hubiera) armado un sainete, pero “el hubiera” no existe.
Con una pasmosa tranquilidad uno de los sampetrinos inconformes, de esos que les da por ser “políticamente correctos” acepta sin la menor vergüenza que ellos (los humanos) son los invasores y me pregunto, ¿qué le falta a ese señor para dejar su casa e irse a vivir en donde no invada los territorios animales? Ande usted, que es muy consciente y amante de la naturaleza, abandone su casa, déjela así y cédala a los osos y otros especies… no la venda, no la rente, sea congruente, sea coherente con lo que dice.
De risa loca las declaraciones de la diputada local panista Claudia Caballero quien en entrevista dijo: “el animal debió permanecer en cautiverio para ser reeducado”.
¿Cómo en qué clase de cautiverio lo quiere mantener doña Claudia sin contacto con humanos porque ese es precisamente el problema, que está acostumbrado a la cercanía y en un encierro forzosamente tendría trato constante con nuestra especie?
Los quejosos son parte de los novedosos de nuestro tiempo, eternos “protestantes” que se la pasan buscando la manera de criticar a la autoridad con el único propósito de ganar notoriedad. Se dicen defensores de los animales y visten ropas, cinturones y calzado de piel, van de cacería y comen carne de reses, aves y pescados, son “verdes de conveniencia” y ecologistas de ocasión, porque no tuvieron ningún empacho en construir en la sierra y ahora andan reclamando derechos que ellos mismos perdieron.
Insisto, hemos corrido con suerte y las incursiones de osos en áreas habitadas no han pasado de ser un asunto anecdótico y simpático, pero existen suficientes evidencias a nivel mundial de que las cosas no siempre son así y las imágenes de las lesiones que causa una herida provocada por una mordida o un simple manotazo de un plantígrado son espeluznantes.
Al fin territoriales y con una asombrosa memoria, al famoso oso no lo puedes llevar a la sierra de Arteaga, Coahuila, hay que enviarlo lo suficientemente lejos para que no pueda regresar a estas tierras y en ello tiene razón la autoridad para castrarlo pues al tratarse de una subespecie distinta a la que allá habita, es necesario cuidar el no contaminar la raza.
Las protestas y los monitos cafés son posturas de novedosos que quieren expiar sus culpas, que son muchas, con simples declaraciones y actos de relumbrón.
¿Opinarían lo mismo si el oso los hubiese lastimado a ellos o a alguien de su familia?
ftijerin@rtvnews.com