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Por Waldo Fernández

El más reciente libro de la escritora argentina Olga Wornat debe ser lectura obligada para cualquiera que quiera comprender la espiral de violencia y degradación política en la cual se sumergió México con las administraciones panistas y que se ahondó de manera vertiginosa durante el llamado calderonato. 

El libro, por el cual la periodista denuncia haber sufrido censura y una persecución que la puso al borde de la locura durante el sexenio de Calderón, hace un recuento de las figuras claves y el papel que tuvieron en ese sexenio marcado por la guerra contra el narco.  

La argentina arranca su obra con el capítulo titulado “El mariscal de la destrucción”. En este devela el supuesto pacto entre Vicente Fox y Martha Sahagun con Felipe Calderón para que éste les asegurará no sólo impunidad por supuestos actos de corrupción en el sexenio foxista sino que además les habría dado manga ancha para seguir operando. 

El capítulo resucita la alianza de Calderón con Elba Esther Gordillo, a quien señala como la operadora que le permitió hacerse con la presidencia a la vez que deja claro que la guerra contra el narcotráfico emprendida en enero del 2007 fue la estrategia usada para legitimarse y disipar la sombra de que él no había sido el candidato que había ganado.   

En esas páginas Wornat hace un recuento de la vida del michoacano, el largo periplo dentro de Acción Nacional hasta llegar a Los Pinos en donde de acuerdo a lo que escribe la argentina, Calderón solapó actos indebidos de su gabinete y se perdió en el poder… 

Hay una declaración que Manuel Espino, presidente del PAN en aquella elección, le hace a la periodista en la cual desnuda de forma lapidaria que en el sexenio de Calderón se hicieron cosas malas. 

En “El topo”, capítulo dedicado a Genaro García Luna, se narran las casualidades siniestras que acompañaron durante su carrera como súper policía del panismo a quien ahora se encuentra preso en Estados Unidos en espera de ser juzgado.   

Según este capítulo, García Luna no iba a ser coordinador de inteligencia de la PFP con Vicente Fox, puesto que lo catapultó a las grandes ligas y a la fama. El elegido era Juan Pablo Tavira quien fue asesinado en circunstancias extrañas.

Se da cuenta también de la cancelación de último momento que supuestamente hizo García Luna para asistir a aquella gira que devino en el accidente de avión en el que murieron Juan Camilo Mourhino, secretario de Gobernación, y Santiago Vasconcelos, funcionario de la PGR,  en quien supuestamente, a diferencia de García Luna, las autoridades estadounidenses sí confiaban.  

El libro toca las actividades de espionaje en contra de opositores al presidente Calderón presumiblemente llevadas a cabo por García Luna y su equipo. Y como era de esperarse hace eco de las supuestas relaciones con el crimen organizado.

La acusación más grave de este capítulo es que de acuerdo a la información recabada por la periodista argentina, Felipe Calderón siempre supo de las andanzas de García Luna. De ser cierto cabe preguntarse: 

¿Por qué lo permitió? ¿Por qué era tan imprescindible Genaro García Luna para el entonces presidente de México al grado de permitirle hacer lo que le diera la gana?    

En el tercer capítulo Olga Wornat lo dedica a Margarita Zavala. Destaca su papel como principal apoyo de Calderón, la historia de su familia, su paso como estudiante destacada de la Libre de Derecho y su periodo como una diputada federal competente en asuntos técnicos en la cámara de diputados.

Luego relata la metamorfosis que sufrió en Los Pinos, no con un protagonismo mediático como su antecesora sino con un perfil más de operadora política y de consejera del mandatario.

En «Profetas de la guerra santa y los negocios millonarios«, Olga Wornat retrata la influencia y el poder desmesurado que llegaron a tener en el sexenio calderonista dos fundamentalistas evangélicos que literalmente se colaron al círculo de poder más alto.  

El matrimonio formado por Rosa María de la Garza Orozco, quien incluso llegó a ser diputada federal en ese sexenio y candidata al Senado, y su esposo Alejandro Lucas Orozco Rubio, quien fungió algún tiempo como director del INAPAM, se convirtieron en los asesores espirituales del matrimonio presidencial. 

Desde ahí supuestamente se aprovecharon para no sólo tener grandes cargos públicos sin experiencia que ameritara sino que además se habrían favorecido con contratos y hecho negocios al amparo de los puestos que ostentaron.    

Quizás la escena que más sacude este capítulo es la recreación de las lectura sagradas que el matrimonio de evangélicos le hacía a Felipe Calderón. En esas sesiones, según el libro, lo convencieron de que era un predestinado por Dios y que era orden divina emprender la guerra contra el narco.  

En el capítulo «Iván el santo y la muerte en Los Pinos» se narra el origen de Juan Camilo Mouriño, de dónde venía, cuáles eran los negocios de su familia y el motivo por el cual decidió entrar en política y su rápido ascenso ligado a Felipe Calderón con quien mantenía una relación de hermanos. 

Wornat desentierra aquel escándalo en el que Juan Camilo se vio envuelto por firmar contratos millonarios para una empresa de su familia siendo él mismo el funcionario público encargado de asignar los contratos. 

El paso efímero por la política del amigo más cercano de Calderón no justifica los honores que se le rindieron después de aquel trágico accidente. El libro documenta que un columnista escribió en aquella época que los honores no correspondían al personaje pues se le daba un trato de héroe superior al de Hidalgo o Juárez. 

En cualquier caso, el capítulo deja abierta la sospecha de que aquel accidente no fue tal, sino un atentado del crimen organizado contra el hombre más cercano al mandatario. 

En el capítulo de «La favorita», Olga Wornat relata el ascenso de Patricia Flores Elizondo, a la que identifica como “señora 10%”, de una posición administrativa en la cámara de diputados hasta convertirse en la jefa de la Oficina Presidencial.  

El libro documenta que desde esa posición Flores Elizondo supuestamente incrustó a familiares suyos en altos puestos de la administración calderonista y relata los supuestos actos de corrupción, que luego le costaron ser despedida, como encargada de la construcción de la Estela de Luz. 

Pero en ese capítulo hay una escena en particular que, de ser cierta, debería investigarse. En plena pandemia de influenza A1H1, Flores Elizondo detiene la compra de unos ventiladores, ¿la razón? La empresa ganadora del contrato no es la que ella quiere que gane. 

La compra de los ventiladores se retrasa semanas hasta que La Favorita, como la llama Olga Wornat, cede a cambio de que el 50% de los ventiladores se le compren a la empresa que ella quiere y el resto a la que ya se los habían asignado. 

En los capítulos «Feos, sucios y malos» y «El capo del sexenio», Olga Wornat devela el papel de la DEA y la influencia estadounidense en la política de seguridad seguida durante el calderonato. 

Entre otros episodios se desentierra el operativo «Rápido y furioso», como este fue una violación a la soberanía del país y las amargas consecuencias que conllevó dejar que los narcotraficantes se hicieran de más y más armas. 

Como era de esperarse, la argentina hace un relato de la influencia del narcotraficante más famoso de aquellos años. Su ascenso vertiginoso durante los dos sexenios panistas a los que alguna vez el escritor Juan Villoro se refirió como “La docena trágica”.

Por último la periodista le dedica un capítulo a todas las víctimas de aquellos tiempos aciagos.  

En “Los nadies”, así se llama el capítulo, Wornat documenta testimonios estremecedores.  

Los llamados daños colaterales a los que alguna vez hizo referencia Felipe Calderón. Soldados desaparecidos o que se suicidaron, estudiantes ejecutados, activistas secuestrados, periodistas asesinados. 

Todos víctimas de una guerra por la cual el pueblo de México no votó. Como siempre pasa, los políticos toman las decisiones, pero el pueblo es quien pone las bajas.  


Si bien el libro es un documento periodístico y no un expediente judicial ni mucho menos una sentencia legal… lo que no cabe duda es que los hecho sucedieron y que le toca al lector contrastar para entender y juzgar a sus protagonistas,

Sólo de esa forma, conociendo nuestra historia y meditando sobre ella podemos asegurarnos que tragedias como las que han ocurrido en la historia de este país no vuelvan a pasar.

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Vía / Autor:

// Waldo Fernández

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Autor: lostubos
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