Por Eloy Garza González
Amigo lector: ¿crees que el dióxido de cloro cura el covid-19? ¿Piensas que el coronavirus se creó de forma artificial en un laboratorio chino? ¿Has descubierto que las vacunas las inventaron las farmacéuticas para someter a la humanidad entera? Estás en pleno derecho de creer que estas suposiciones son verdaderas. Allá tú. Solo te advertiré algo: las tres nacieron de un mismo movimiento alternativo global: se llama QAnon y ya está sumando adeptos en México.
La base de QAnon es una fantasía conspirativa: al mundo lo rige una élite de pedófilos satánicos (comenzando por los Clinton y seguido por George Soros) que diariamente secuestran menores de edad y los mantienen en celdas subterráneas, para exprimirles un compuesto químico que sintetizado, prolonga la vida humana. La “Q” es una clave de acceso secreto del Pentágono y “Anon”, por supuesto significa “anónimo”.
Todo es propio de una novela terrorífica de Stephen King, pero últimamente corre por las redes sociales como reguero de pólvora y hoy suma más de nueve millones de seguidores. Muy probablemente esta secta cibernética ya influye en la campaña presidencial de EUA, en favor de Donald Trump. Y te doy un solo ejemplo: el video conspirativo “Plandemia”, creado por QAnon y que cualquier usuario curioso puede visitar en Facebook, ya marca más de doce millones de vistas.
¿Típicas gringaderas? ¿Estamos ajenos los mexicanos a tamaña ociosidad de Instagram y Twitter? No. Yo suelo explorar muy seguido por interés profesional estos sitios que alojan las teorías conspirativas (de realidad alterna y guerras secretas) y cada vez más utilizan unas siglas familiares: AMLO.
¿Por qué nos resultan tan atractivas las teorías conspirativas a los mexicanos? Por la misma razón que enganchan a mucha gente de países más desarrollados: nos encanta propalar rumores. Y las redes sociales, ya lo dijo el periodista Felipe Díaz Garza, son una máquina de esparcir rumores. Da igual si en el fondo no nos creemos esa sarta de barbaridades, pero es difícil abstenerse del malicioso pasatiempo de difundirlas.
A muchos mexicanos nos encanta ser portadores de noticias diferentes, que hoy es lo mismo a ser portadores de la verdad. Desde luego, se trata de una verdad que casi ningún otro se atreve a revelar, más que yo. Así sobresalgo del resto, me distingo de los demás y me convierto frente a ellos en una voz autorizada, por encima de los expertos: científicos, académicos y catedráticos. Y sobre todo, soy un valiente. Y como todos los valientes, grito a calzón quitado mis verdades. En serio, lo pendejo se quita leyendo.