Por Francisco Tijerina Elguezabal
“A fuerza ni los zapatos entran.” Refrán popular
Si el tema de la paridad total resulta una absoluta aberración, la novedad con la que salió la Comisión Estatal Electoral de obligar a los partidos a poner como candidatos a personas con discapacidad, jóvenes y de origen indígena es una tontería.
Como bien advierte mi compadre Obed Campos, ¿cómo repartes en absoluta igualdad entre hombres y mujeres 51 alcaldías?
Pero eso no es lo más grave. Cuando deberíamos estar preocupados porque las autoridades electorales fijaran normas y bases para que los partidos propusieran a las mejores mujeres y hombres para encabezar los gobiernos o representarnos en el Congreso, resulta que unos y otros se conforman con la simple simulación.
Porque proponerlos e incluso que lleguen a alcanzar los cargos no significa absolutamente nada, no van a representar de mejor manera a las mujeres, a los discapacitados, a los jóvenes o a la población indígena y terminarán siendo, como siempre, “carne de cañón” de los colmilludos políticos que en la primera de cambios les harán ver y entender que están ahí para completar una cuota, pero que no tienen voz, ni voto y que deberán plegarse a lo que les ordene el partido o el alcalde o alguien más.
Preocupa la visión simplista de la Comisión Electoral que pretende vendernos la idea de que ya con eso están cumpliendo con estos grupos poblacionales. No señor, no es así, en todo caso tendrían que encontrar fórmulas, métodos y mecanismos para obligar a las autoridades de todos los niveles a impulsar reglamentos y leyes en favor de estas personas, no sólo a presentar iniciativas vanas, sino a concluir los procesos y mejorar su calidad de vida.
Perdón, pero quienes impulsan estos cambios lo hacen buscando el hueso, colocándose en la fila para que les den la chamba y probado está, una y mil veces, el simple hecho de que lleguen al cargo no garantiza absolutamente nada en favor de quienes, en la “visibilidad” representan.
Sería idóneo que un día nuestros árbitros electorales dejaran de jugar al gatopardismo o de plano que cambiaran sus ideas simplistas que a nada conducen, por propuestas y acciones concretas que brinden a la ciudadanía la certeza de que las cosas pueden cambiar.
Cumpliendo cuotas de género o de grupo de población, provoca que agarren a cualquiera sin importar antecedentes o merecimientos y así, como ha pasado tantas veces, los harán presidentes de la comisión del ramo, pero insisto, ¿el que se encarguen de la comisión resuelve algo? ¿O qué, Sergio Meyer ha hecho grandes cambios en la cultura o Ernesto D’Alessio ha conseguido brillar como presidente de la comisión del deporte a nivel federal? No hace mucho tuvimos en Nuevo León como presidente de la comisión de la juventud del Congreso a un bisabuelo.
Déjense de cuentos e historias y por piedad eviten la simulación que en nada ayuda.
ftijerin@rtvnews.com