Unas huellas humanas que datan de hace 13 mil años revelaron a una madre protegiendo a su hijo de mamuts, según apunta un comunicado del Parque Nacional de White Sands, en Nuevo México.
Los especialistas piensan que las huellas, descubiertas en 2018 en el antiguo lago Otero, fueron hechas por dos personas: una mujer adulta y un niño menor de 3 años. Su longitud alcanza el kilómetro y medio, lo que pone en relieve el modo en que interactuaban nuestros antepasados en la Edad de Hielo con el entorno.
El relato del comunicado con respecto a las huellas es el siguiente: al parecer la mujer caminó caso 1,6 kilómetros junto a un niño al que ocasionalmente cargaba, pues las huellas se ensancharon y se deslizaron en el barro con un peso adicional. Además, se cree que movió a su hijo de un lado a otro (quizá porque la seguían) y lo dejó mientras caminaba para que fuera junto a ella.
Sin embargo, no estaban solos en el viaje, ya que anduvieron entre especies de megafauna que poblaban la zona hace unos 13 mil años y, según relevan las huellas, estos eran un perezoso gigante, de aproximadamente 4 metros de altura, y mamuts de casi cinco metros que se cruzaron con ellos.
En conclusión, las huellas de mamuts no muestran reacción a las de los humanos, pero las de los perezosos gigantes indican que se pararon sobre sus patas traseras, lo que podría ser señal de que estaban interesados en el transitar de la mujer y el niño.
«Durante la Edad de Hielo, el agua del lago Otero sobrevivía entre un clima más húmedo y con vegetación abundante. Era un paisaje lleno de praderas más parecidos a Nebraska que a los desiertos actuales de Nuevo México. Este paraíso de exuberante vida verde capturó naturalmente la atención de los animales más grandes de la época», se lee en el comunicado.