Por Eloy Garza González
El PRI respira oxígeno por la mascarilla de Hidalgo y Coahuila. Pero las mascarillas son dispositivos externos. El PRI no respira aún por sí mismo. Sus pulmones todavía están colapsados luego del revés electoral del 2018.
Seamos francos: quien ganó en Coahuila no fue Alejandro Moreno, “Alito”; fue la maquinaria bien aceitada y bien pagada de Miguel Riquelme y los hábiles hermanos Moreira. Quien ganó Hidalgo no fue el PRI; fueron los zorros chinos que dominan ese estado desde el poder legislativo. Los gobernadores parten y reparten en sus feudos.
Ni Coahuila ni Hidalgo son laboratorios electorales cuyos resultados puedan extrapolarse así como así al proceso electoral del 2021. Sirven, claro está, para insuflar ánimos y optimismo a una militancia alicaída, que ya se creía derrotada de antemano.
Pero las 15 gubernaturas, la Cámara de Diputados y las alcaldías que estarán en liza el próximo año, responden a otros escenarios, con otros actores adicionales. ¿Cuáles? Menciono dos: el dinero fresco de los fideicomisos (ya se imagina el lector a dónde irá a parar) y el nuevo partido con registro de la maestra Elba Esther Gordillo.
Obvio, Redes Sociales Progresista no es ciertamente un partido; es un surtidor magisterial de movilizadores electorales. Morena no tiene remedio, sin duda es un desastre y un acertijo (no ha pasado de ser un movimiento descuajaringado a ser un instituto político). Pero López Obrador ha inventado remedios alternos y se valdrá de la maestra Elba Esther, siempre curada de sus males terminales cuando le dan cuerda a su ambición (que no es poca). Y favor con favor se paga.
¿Movimiento Ciudadano? Terminará arreglándose a las duras o las maduras, con el poder central. Así opera Dante Delgado. Del PAN mejor ni hablar. Ya no es un partido: suena más bien a caja registradora.
No anticipo ganadores para el próximo año. Digo que aún es muy temprano para especular. Sólo advierto que nadie avanza difundiendo encuestas patito. Ni gastando millonadas en Facebook. Ni invirtiendo en efímeros Tik Tok. Aún no aparece el genio informático que sepa traducir followers, corazoncitos o likes en votos. Y los operadores magisteriales sí son de carne y hueso. Y ya están deseosos de salir a la calle a hacer lo que mejor saben.