Por Félix Cortés Camarillo
Tiempos son estos de miserable aislamiento, de cuarentena molesta y aburrida soledad. Tiempos en que con mayor intensidad se antoja la compañía, el romance, el conciliábulo, la fiesta y el jolgorio. Sobre todo, el placer oculto que proporcionan la complicidades y las alianzas. Puesto que es tiempo también en que las alianzas se ocultan, se fraguan en silencio o simplemente se rechazan.
Todos coincidimos en que Morena no es un partido político y que lo único que le mantiene viva -eso sí, muy viva- es la argamasa que se llama Andrés Manuel López Obrador. Por eso, toda intención de unidad debe estar precedida por un “en contra”. Y ese objetivo de las contras es precisamente el presidente López.
No se trata aquí de que Andrés Manuel tenga un carisma grande, que lo tiene. Por encima de ese carisma de sencillez popular existe la experiencia de un viejo priísta que no desperdició su paso por la maquinaria electoral que supieron armar los gobiernos posrevolucionarios. Lo que el presidente López llama frijol con gorgojos repartido con generosidad entre los desposeídos para asegurarse de su preferencia a la hora de las urnas, ha sido elegantemente sustituido por los donativos con gorgojo; becas con gorgojo, apoyos con gorgojo y promesa de empleo con lo mismo.
Eso mantiene al presidente López en un envidiable índice de aprobación en las siempre desconfiables encuestas de opinión, rondando el cincuenta por ciento de la población; podría ser peor, puesto que comenzó su ejercicio con números alrededor de 70. Como decía el buen Rius: la panza es primero.
De ahí que todo aquel que aspire al poder tiene que estar en un movimiento que tenga como objetivo ir en contra del presidente López. Por eso para ganar las elecciones en México era indispensable ir en contra del PRI. De ahí que todo movimiento que añore con llegar a alguna instancia de poder tiene que ir en coalición con otras fuerzas en contra de AMLO.
Para 2021 uno de los laboratorios electorales más importantes, per se y por su circunstancia, es el estado de Nuevo León.
Morena no tiene arraigo cual ninguno en el estado, ni militancia, ni nada. Lo único que tiene es el voto agradecido de los beneficiarios del dinero del erario. Que no son pocos.
Solamente una sólida alianza de oposición podría derrocar a Clara Luz, que se anticipa como una morenista que no es de Morena ni será manejada por Morena cuando gane la gubernatura. Pero aquí es donde la marrana tuerce el rabo.
Los panistas de abolengo se niegan a ir en alianza con el PRI. El dueño de la franquicia política de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado Ranauro, quiere que su partido vaya solo. En solitario estaba convencido que iba a ir bajo esa bandera el senador Samuel -no soy tu gato- García, también conocido como “estás enseñando mucha pierna”. Ahora ya le salió otro gallo que se llama Luis Donaldo Colosío Riojas. Es una caballada flaca de una flaca cuadra. Un apellido no gana elecciones, y el prestigio misógino y arrogante de García es más bien lastre que ventaja.
Es cierto que en Nuevo León -y en todo el país- no hay un solo PAN, hay muchos Panes. Pero tampoco hay un solo PRI. Ni un solo PRD, ni un PT que sirva para maldita la cosa.
Lo que hay es un estado emproblemado, desamparaado y sin rumbo, que sólo podría agarrar con una buena alianza. Que, al menos hoy, a la vista no está.
PREGUNTA para la mañanera porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, Señor Presidente, ¿Ya se le olvidó el compromiso público de volver a celebrar las fechas nacionales en el día en que son y no en un día alterno para evitar los puentes? Acuérdese de quién fue la idea. Dicen que de doña Beatríz Gutiérrez M. La pérdida de la memoria y la incongruencia son de los primeros indicios de la senilidad.
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