Por Waldo Fernández
El presidente López Obrador presentó las bases de su reforma al infonavit. Entre ellas el acceso a créditos para que los trabajadores compren los terrenos y construyan su vivienda, además de que los recursos se entregarán de forma directa y sin intermediarios que gestionen o asignen una vivienda determinada a los trabajadores.
Otros de los ajustes que se contemplan en esta reforma son: Que los trabajadores soliciten un crédito cuantas veces lo necesiten; la posibilidad de refinanciamiento del crédito; ejercicio de un crédito para la reparación, ampliación y remodelación de una vivienda, así como la liberación de recursos sin relación laboral activa, lo que quiere decir que los trabajadores pueden acceder al crédito sin contar con un empleo al momento de solicitarlo.
Esta es sin duda una de las reformas más necesarias en nuestro país y no me queda duda que fortalecerá la capacidad de crédito para vivienda de los trabajadores mexicanos, pero debe servirnos también para reflexionar sobre la labor del infonavit, una institución que, junto al IMSS, representan sin duda uno de los activos más importantes que tenemos los mexicanos.
Piénsalo de esta forma. La mayoría de quienes desean tener una casa, no digo en México, sino en el mundo, tienen que hacer uso de un crédito hipotecario. La opción más común es que acudan a la banca comercial con los costos y condiciones que eso representa. Esos créditos finalmente tiene por objetivo producir ganancias para quienes los otorgan, partiendo de eso entenderás que no sólo llegan a ser créditos caros, sino que además se rigen por la dictadura del mercado y quienes tienen un crédito de ese tipo no pueden fallar.
La visión del infonavit es otra. De entrada su vocación es social, lo que significa que el objetivo que persigue es que la gente pueda hacerse de un patrimonio digno. Contrario a los créditos de la banca comercial, en el infonavit se le presta dinero a los trabajadores de un fondo al cual todos aportamos.
Cada que alguien obtiene un crédito Infonavit tiene que ser consciente que ese dinero que recibe es gracias a las aportaciones que hacemos todos los trabajadores al instituto, eso debe de comprometernos a todos a ser cumplidos en el pago del crédito pues de que cumplamos depende que el instituto pueda otorgarle un crédito hipotecario a alguien más en el futuro.
El modelo de esta “hipotecaria nacional” es tan atractivo para el desarrollo de oportunidades de vivienda que en su momento incluso China, el gigante asiático, envió una delegación al país con la intención de aprender el modelo en poder replicarlo allá.
Pero también tenemos que ser conscientes que durante los últimos sexenios el instituto perdió mucha de su vocación social. Muy seguido recibo mensajes en mis redes sociales sobre casos de personas cuyo crédito se fue a las nubes o que están a punto de desalojar.
Para colmo las condiciones de las viviendas que les entregaban a los trabajadores fueron empeorando año con año. Si comparamos las viviendas que el instituto entregó en las décadas de los setentas y ochentas con las que se entregaron principalmente a partir del 2000, la ubicación, el tamaño de los lotes, los metros de construcción y la calidad de las mismas deja MUCHO, pero MUCHO que desear.
En su momento hice un recorrido por un fraccionamiento de casas Infonavit abandonadas que transmití en mis redes sociales y lo que encontré fue lamentable. Casas abandonadas y destruidas. Ubicadas en una zona tan alejadas que aún en coche es una odisea llegar a donde están.
Lo peor es que ese tipo de escenas se repitieron en todos los estados del país durante los últimos tres sexenios. Por eso esta reforma que es tan importante, porque le da un nuevo impulso al instituto y sienta las bases para que las condiciones de crédito y calidad de las viviendas empiecen a mejorar.
Queda claro que falta mucho, pero mucho por hacer. Sigue quedando pendiente, por ejemplo, darle solución a muchos créditos que se fueron a las nubes por las condiciones en que en su momento se otorgaron, pero de que esta reforma es benéfica para los trabajadores mexicanos nadie lo puede negar.