Por Federico Arreola
Es de hace días la noticia de que Salomón Chertorivski Woldenberg se integró a Movimiento Ciudadano, específicamente a su “proyecto político en la Ciudad de México”, cualquier cosa que esto signifique.
El señor Chertorivski tiene el derecho de militar en el partido que se le antoje. Lo que no se vale es recurrir a la promoción personalizada pagada con recursos públicos, que son los que gastan los institutos políticos nacionales.
Ayer, mientras navegaba en internet buscando información sobre Maradona, aparecían banners de Salomón Chertorivski en cualquier nota; desde luego, todos dirigían a la página web de Movimiento Ciudadano, específicamente al anuncio de las nuevas actividades del excolaborador de dos políticos más que cuestionados, Felipe Calderón y Miguel Ángel Mancera.
Ni duda dabe, hay sumas que restan. Con acciones como la de promover tanto en internet a Chertorivski —lo que en una interpretación torcida de la norma podría ser legal, pero de ninguna manera es un comportamiento ético— el prestigio que tenía MC en la Ciudad de México, lo está tirando a la basura el partido fundado por Dante Delgado.
¿Qué le pasa a Dante? Inteligente como pocos políticos, el líder moral de Movimiento Ciudadano parece decidido al suicidio. Y es que si su partido sufrirá con el activismo de un enamorado de sí mismo como Chertorivski, de plano morirá por el trato absolutamente injusto que dio en Nuevo León a Luis Donaldo Colosio Riojas.
No se permitió al hijo del sonorense asesinado en 1994 competir en condiciones de equidad con el senador Samuel García. Se suponía que los dos iban a una contienda interna realmente democrática para decidir quién sería el candidato de MC al gobierno nuevoleonés. Pero, antes de arrancar, se establecieron reglas que favorecían a García.
Ayer, Colosio no tomó el premio de consolación que le ofrecía Movimiento Ciudadano: ser candidato a la presidencia municipal de Monterrey. Todavía podría aceptar tal responsabilidad, pero el hecho de que no lo hiciera en los tiempos establecidos por su partido habla de su enorme molestia.
Por esa razón, tal como informa hoy jueves El Norte —hermano mayor de Reforma— a Luis Donaldo “ya le han empezado a llover ofrecimientos de todos lados, de otras fuerzas políticas y de ciertos grupos para ir por la alcaldía o hasta la gubernatura”.
El PAN quiere a Colosio para pelear la gubernatura. Es lo mejor que puede hacer el partido conservador, aunque necesitaría comprometerse con Luis Donaldo a que se le respetara su propia ideología, que puede no coincidir con el panismo
Y Morena le ha ofrecido a Donaldo pelear por la alcaldía de la capital de Nuevo León, haciendo equipo con la favorita para ser gobernadora, Clara Luz Flores.
Si Colosio Riojas se mantuviera en Movimiento Ciudadano, se le complicaría ganar la presidencia municipal regiomontana: la combinación de dos popularidades, por así decirlo —la del presidente AMLO y la de Clara Luz—, necesariamente mejorará las posibilidades de Morena de llevarse la victoria en Monterrey, incluso nominando candidato a cualquiera de los grises militantes del partido de izquierda en la entidad.
Si Luis Donaldo se fuera al PAN, la elección sería un duelo de tres fuerzas políticas con posibilidades: el PRI, con Adrián de la Garza; Morena, con Clara Luz Flores, y el panismo con Colosio. En este escenario, Movimiento Ciudadano, con Samuel García como su candidato, quedaría en un triste cuarto lugar.
Y si Colosio aceptara la propuesta de Morena para buscar la alcaldía de Monterrey, entonces, contra los deseos y el abierto activismo de la poderosa clase empresarial regiomontana, ideológicamente encabezada por Reforma/El Norte, el partido de Andrés Manuel podría quedarse con todo en 2021.
Nomás no se entiende lo que hizo Dante Delgado. Quizá debe tomarse unos días de descanso y reflexión antes de ponerse a trabajar para rehacer a su partido, que parece destruido por dos malas decisiones: (i) sumar un pasivo como el señor Chertorivski en la Ciudad de México y (ii) haber ofendido de muy mala manera a un militante que está obligado a hacer que se respeten su trayectoria, breve pero eficaz; su aceptación entre la gente, elevada sin duda, y sobre todo su apellido, histórico.