Por Félix Cortés Camarillo
Personalmente, a mí nunca me cayó bien Héctor Suárez, cómico de tres décadas que gozó hasta su reciente muerte de enorme popularidad. No obstante, reconocí en él su talento histriónico desde sus primeras obras en el teatro El Granero al lado de Blanca Sánchez y Alejandro, también Suárez.
Sobre todo, reconozco su creatividad rebelde, esa que a Víctor Trujillo hoy se le desconoce porque la oculta bajo la peluca verde el payaso Brozo. Todo porque Brozo recupera las obscenas palabras que hace más de medio siglo usaba Palillo, menos conocido como Jesús Martínez. Padre además de alguna valiosa actriz.
Pese a todo ello es imposible ignorar que el señor Suárez tuvo el ingenio de crear personajes tan populares que se integraron al habla cotidiana de los mexicanos. Tal vez el más notable de ellos es el mil usos, por una simple razón: identificaba al mismo tiempo la precariedad económica que al camaleonismo en la burocracia.
En la desesperación de los mexicanos motivada por el desempleo, los mexicanos hacíamos de todo, desde parchar una llanta o cambiar un fusible hasta destapar el drenaje o mecanografiar, por allá por el centro, una carta de amor. Nos convertimos en el mil usos.
Igualmente, en el aparato administrativo florecieron los que tuvieran las virtudes del mil usos. De manera particular en este gobierno de la Cuarta Simulación. La facilidad de encontrar para cualquier ponchadura un parche.
Esa virtud camaleónica se ha hecho favorito ejercicio de la administración actual. Si es necesario comprar en cualquier sitio, sin facturas, licitaciones ni otros obstáculos, pipas para traer combustibles en nuestra crisis de gasolinas, ¿para qué está ahí Marcelo Ebrard?, que nunca informó de procesos ni rindió cuentas. ¿Adquirir vacunas, gestionar acercamientos a Trump, ocupar las funciones de otros secretarios? Ahí estaba el carnal Marcelo.
La última manifestación de ese camaleonismo se dio ahora, con la salida de la embajadora de México ante los Estados Unidos. Ella renunció a la más importante representación de cualquier país simplemente porque no se disciplinó a las instrucciones del Canciller que determinó el no reconocimiento de Joe Biden como presidente electo de los Estados Unidos cuando eso era una evidencia.
El nuevo embajador de México en los Estados Unidos será sin duda Esteban Moctezuma; secretario de Gobernación y otros chunches, secretario particular del presidente Zedillo, funcionario de TV Azteca, coordinador de orquestas infantiles y, más recientemente, secretario de Educación del gabinete del presidente López.
Es decir, una experiencia indiscutible en materia diplomática.
Además de ese desatino profesional, el asunto manda un mensaje mucho más grave en materia de política internacional. El presidente López no reconoció a su debido tiempo al presidente Biden. Ahora, a la más importante posición del Servicio Exterior Mexicano, manda a un mil usos incondicional.
¿Será eso un mensaje de política internacional o una manifestación de la campaña de Marcelo Ebrard, quien no quiso ser nombrado embajador en Washington porque está trabajando en su campaña presidencial?
PREGUNTA para la mañanera porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, Señor Presidente, ¿en dónde está la bolita con los dólares que van y vienen en sus discursos y proyectos de ley y que en papel verde nunca se ven?
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