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Por Carlos Chavarría

Los aumentos en los salarios reales por supuesto que benefician a cualquier país, pero esos incrementos no ocurrirán solo porque se aumenten los salarios nominales.

Si la inflación se mantiene en rangos  “tolerables” en gran medida es por la política de represión de la demanda atando los salarios a los mínimos, fijada desde la época de los pactos para la estabilidad económica durante el sexenio de Miguel de la Madrid.

La únicas razones para que un aumento en los salarios de las empresas no se incorpore en el precio de sus productos o servicios son:

a.     La participación de la mano de obra en el costo es tan pequeña y el mercado tan competido que resulta mejor absorberlo que traspasarlo al precio final.

b.     La productividad de la mano de obra está mostrando tasas de crecimiento positivas y en esa misma medida se elevan los salarios.

c.      Es tan escasa la mano de obra en el mercado y/o la movilidad laboral tan elevada que impulsa los salarios al alza.

d.     El techo tecnológico de las empresas es tan holgado que permite un ajuste de los salarios tan alto como permitan sus costos marginales.

e.     Las empresas poseen economías de escala y dominan nichos enteros en las cadenas económicas, como es el caso de Telmex, CFE, PEMEX, BIMBO, etc..

Si nos guiamos por los datos aportados por el INEGI ninguna de estas cuatro condiciones  se cumplen para el 80% de los empleos en México porque corresponde a las empresas medianas y pequeñas donde la economía es la “ley de la selva”.

Esas empresas no pertenecen a la cúpula empresarial y, por supuesto, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos los asume como un mito o algo así.

Bien se ve que ninguno de los burócratas públicos y los negociadores del sector privado nunca han tenido que corretear la raya de cada semana y la cobranza para cumplir cada mediados de mes con las  contribuciones diversas a las que se enfrenta toda empresa formal.

Si se desea mejorar la movilidad social y la laboral tan sencillo que sería que al precepto doctrinario que dicta que a  “trabajo igual le corresponde salario igual” se le hiciera una muy sencilla modificación que sería: “a trabajo y rendimiento iguales corresponden salarios y/o compensaciones iguales”.

Está muy bien que exista un piso para los salarios pero no un techo acotado por el propio gobierno. El techo debería ponerlo el propio trabajador y los empresarios en su manera de organizar la producción y los servicios.

Por su parte, el gobierno debería dejar de fiscalizar los ingresos excedentes que los trabajadores obtengan por sus mejoras en productividad para que ahora si lleguen a sus hogares como un incremento en su patrimonio neto.

“It is easy to be conspicuously ‘compassionate’ if others are being forced to pay the cost.” // Murray N. Rothbard

Fuente:

Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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