Por Carlos Chavarría
Con tanto cambio de banderas y colores partidarios de casi todos los personajes interesados en algún cargo de elección ya está claro que los partidos políticos ya no existen excepto para llenar el trámite del registro de los candidatos.
Los partidos políticos fueron organizaciones que nacieron de manera natural asociados a la turbulencia social por la muerte de las monarquías y los gobiernos absolutistas de todo tipo.
Agruparon a personas que pensaban bajo la misma doctrina ideológica y que esperaban reivindicar los mismos intereses que motivaron las transformaciones históricas revolucionarias de los siglos XIX y XX.
Por supuesto que todos los candidatos van a suscribir las plataformas que registren los partidos políticos ante la autoridad burocrática-electoral, pero tan pronto como accedan al poder otra cosa será de su discurso y praxis. Incluso podrán abandonar a los colores que los cobijaron para irse a otros que fueron sus adversarios.
Dado que la burocracia electoral obliga a que alcancen un número mínimo de votos en cada elección para mantenerse en el juego del poder, buscan a como de lugar personajes más populares que preparados para la difícil tarea de gobernar aunque al país le vaya mal. Así están las cosas.
Una de las razones por las que los partidos se extinguieron fue porque los hombres una vez en el poder se dedicaron a pensar solo en la siguiente elección y no más adelante y la ideología doctrinaria se convirtió en accesoria, nada más.
Basta pensar en tantos personajes de la farándula, deportes, y del abundante activismo social emergente que han llegado y demuestran con especial ahínco lo que aquí se puntualiza.
No se requiere ser Max Weber para saber lo que pasará más adelante. De los atrasos en la solución de los problemas ni hablar, pero la difuminación de la democracia sí es preocupante.
Como la autoridad electoral no cuenta “likes o corazoncitos” sino votos, el desencanto de los resultados alejará a los electores, porque hoy como nunca “para que votar sí todos son iguales”.
Ahora lo que vendrá es la política real: mover gente en las calles. Habrán de multiplicarse sin lugar a dudas los grupos como la CNTE y los caseteros que empezaran a hacer la gobernación en cada uno de sus nichos de control sin que nadie los pueda parar y el péndulo de la historia hará el resto en su cuota de violencia y sometimiento que acompaña a cada ciclo no resuelto, para ordenar las cosas. Ya se verá.
“Yo debo tratar de ver la diferencia entre mi imagen de una persona y su conducta, como es narcisísticamente distorsionada, y la realidad de esa persona como tal, existe sin importar mis intereses, necesidades y miedos.” // Erich Fromm, El arte de amar.
