Por Verónica Malo Guzmán
There’s a fire starting in my heart
Reaching a fever pitch and it’s bringing me out the dark
Finally, I can see you crystal clear
Go ahead and sell me out and I’ll lay your ship bare
See how I’ll leave with every piece of you
Don’t underestimate the things that I will do
(Está empezando una llama en mi corazón
Alcanzando un punto álgido y me está sacando mi lado obscuro
Finalmente te puedo ver claramente como el cristal
Adelante, véndeme y dejaré tu barco al descubierto
Mira como me iré con cada parte de ti
No subestimes las cosas que haré)
// Adele
«Ganar el gobierno, sin perder el partido.» // Luis H. Álvarez
Los Reyes Magos llegan a la sede estatal del PAN en Nuevo León. En breve anunciarán a su candidato para las elecciones gubernamentales en tan regio estado. Desde 2003 que no detentan el poder en la entidad, y dependiendo del abanderado será el regalo. ¿Sin embargo cuál es el premio verdadero y a qué costo obtenerlo?
El tipo de obsequio —o de engaño— radica en ellos mismos. Pero el asunto es que su decisión no solo impactará en su posibilidad de conseguir la gubernatura. También dejará huella en la congruencia interna del instituto político, el tipo de crecimiento y presencia de este partido en Nuevo León y, obvio, en si la hasta ahora puntera, Clara Luz Flores (candidata por Morena), gane o no las elecciones.
Así, las consecuencias en la contienda —pero también de partido— dependen de ‘quien quede’ por Acción Nacional. Si va Víctor Oswaldo Fuentes, se tratará de un panista de la más pura y honesta derecha nuevoleonesa. No obstante, todo hace suponer que él no será. Si llega Fernando Larrazabal puede ser que le gane a Clara Luz, ¿pero será ese el perfil que más le conviene abanderar al PAN?
La razón de la anterior interrogante radica en que Larrazabal tiene el mismo “estilo” que el marido de la candidata de Regeneración Nacional, Abel Guerra. Alguien que sabe cómo trabajar el sistema para obtener el mayor número de votos… Así, las triquiñuelas de Abel y el carisma de Clara Luz conjuntadas en una sola persona: Fernando Larrazabal.
Habría que recordar que este último venció a aquel otro cuando competían por la alcaldía de Monterrey hace varios años. Algunos consideran que Fernando ganó porque era muy joven y no arrastraba el pasado de Abel. Otros piensan que el reconocido priista se confió en esos momentos. “Haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit), el hecho es que Larrazabal ha ganado las cuatro elecciones a las cuales se ha presentado, y mismo con escándalos familiares y de su equipo ha salido bien librado de los mismos sin ningún problema.
Pero nadie cuestiona la inteligencia de Fernando; las divergencias con su partido son en las formas de obtener la victoria. Abel Guerra las conoce, como también sabe que el candidato a competir, no será Adrián de la Garza por el PRI; será el panista quien conoce los recovecos en el proceso electoral y quien puede hacer uso de ellos para ganarle a su esposa.
Es más, la capacidad de gestión política de este panista es tal que hace creer a Adrián de la Garza (PRI-PRD), que Larrazabal de cierta forma está operando para él, abriéndole el camino, haciendo el trabajo sucio y que al final solo él (De la Garza) pueda competir contra Clara Luz Flores Carrales.
Me temo que no es así. De hecho ocurre todo lo contrario: en la entidad, el PRI está trabajando para el PAN.
De acuerdo a las encuestas más serias, se sabe que la contienda local está cada vez más competida; se ha ido cerrando la brecha. En estos momentos, y de confirmarse las candidaturas —Morena con Clara Luz, el PAN con Larrazabal y el PRI con Adrián—, prácticamente van en tercios; en ese orden y con diferencias pequeñas. Ello a pesar de que no se quiso la alianza entre PAN y PRI, la cual al parecer a estas alturas ya habría logrado sepultar a la coalición Morena-PT-PVEM-PANAL.
Es momento de que el PAN se cuestione si conseguir el gobierno significará perder al partido. Algo similar a lo ocurrido cuando ganó Vicente Fox la presidencia; no necesariamente ganó el PAN y en el mediano plazo le significó pérdidas.
Si bien nada está asegurado, salvo una interesante y cruda batalla por lograr la silla gubernamental (misma que incluirá el imponente cerro de La Silla), pareciera que los ‘limpios’ de Acción Nacional en Nuevo León les falta experiencia y andan perdidos; se alejan de sus ideales por la perspectiva de ganar sin importar el candidato.
Y si, entre otras cosas, el PAN adujo coherencia ideológica (privilegiar sus principios a la ganancia electoral) para no conformar una alianza Acción Nacional-Revolucionario Institucional en la entidad, irónico sería que esos mismos principios que enarbola el panismo en Nuevo León se vean traicionados por quien definan internamente como candidato a la gubernatura. ¿O no?