Por Carlos Chavarría
Otra vez la intentona de buscar cambiar las leyes vigentes para tratar de transferirle recursos a la CFE e indirectamente a PEMEX.
Creamos o no que el calentamiento global del planeta se debe al uso de energía proveniente de fuentes fósiles, nosotros en México no hemos podido definir una política energética sostenible de largo plazo.
Hagamos a un lado nuestra pobre capacidad tecnológica o la ineficiente visión sexenal de nuestros gobiernos, lo cierto es en tanto metamos la salvación financiera de PEMEX y CFE, en manos de un gobierno que a su vez depende de esas empresas para su funcionamiento, nuestra visión estratégica en el tema energéticos tiene primero que encontrar cómo salvar la restricción para transitar hacia cualquier dirección con la pesada carga financiera de ambas organizaciones en la ecuación, así de simple e imposible.
Al mismo imposible se enfrentó la administración anterior y por ello elaboraron una reforma que atrajera inversiones en este importante sector. Si la actual no se han percatado aún es que sencillamente los están engañando.
Los estados financieros dictaminados de CFE[https://www.cfe.mx/finanzas/reportes-financieros/Informe%20Anual%20Documentos/Informe%20Anual%202019%20V12%20a%20portal.pdf] y PEMEX [https://www.pemex.com/ri/finanzas/Resultados%20anuales/Dictamen%20Consolidado%20dic%202019.pdf] para el año 2019 se explican por sí solos.
PEMEX tiene pasivos por 4.0 billones de pesos (bdp) contra 1.6 bdp de activos totales. De los 4.0 bdp, 1.6 bdp corresponden a la carga derivada de su abultado contrato y consecuente pasivo laboral. Un asunto de magnitudes, el PIB de México ese año fue de 1.15 billones de dólares, así que la deuda de PEMEX se come, grosso modo, el 20% del PIB del país.
El flujo total que genera la operación de PEMEX es 0.037 bdp y debe aparte crear reservas actuariales por 0.31 bdp y pagar derechos por explotación al gobierno federal por 0.38 bdp.
A menos que los precios del petróleo regresaran a niveles por arriba de 100 dólares el barril, la empresa no tiene salida financiera, incluyendo que dejara de importar gasolina de los EEUU y todo el aceite se procesara localmente.
La CFE está un poco mejor. Para el mismo período sus pasivos son de 1.5 bdp, de los cuales el pasivo laboral es de 0.5 bdp. Su flujo de operación es de 0.036 bdp, aunque recibe 0.075bdp de subsidios del gobierno federal, cifra que es un 50% a los años anteriores.
Si la CFE regresara al estado en que sea la única oferente de energía en el país, por supuesto que aumentarían sus ingresos a costa de sus clientes y con facilidad dispondría de recursos para hacer lo que se les venga en gana.
El presidente López Obrador siempre ha tenido razón cuando dice que “le dejaron condenadas a la quiebra a ambas empresas”, lo que no dice es que ambas siempre han estado condenadas a la quiebra si el gobierno federal y la sociedad les quitaran los subsidios que reciben por su ineficiencia y absurdas condiciones laborales.
Este problema proviene de la gran mentira de que el petróleo es nuestro y podíamos gastarlo en subsidios absurdos por más de 80 años por el “Estado de bienestar”, lo que condujo al despilfarro y excesos de todo tipo.
El gobierno federal está metido en un callejón sin salida a la vista, excepto subir precios de la energía, lo cual es el mal menor porque, en tanto la economía no regrese a valores muy superiores, la ante-pandemia solo es cuestión de tiempo para que ocurra la insolvencia o del gobierno o de las empresas estatales, porque no hay sector del PIB que pueda aportar más para estirar la gran mentira de PEMEX y CFE.
La CFE podría aliviar un poco su situación si pudiera mejorar sus ingresos por interconexión y transporte de energía, sobre la base de que la “última milla” siempre dependerá de la infraestructura de la propiedad de la paraestatal y no de los productores privados que son los que tendrían que pagar los platos rotos, lo que los dejaría sin rentabilidad.
La trampa de la CFE reside en que está consumiendo el 65% de sus ingresos en el pago de la energía que consume (gas y carbón) y con tendencia al alza. Una posible salida es reconvertir a fuentes renovables, pero se requiere capital y tiempo y no tiene ninguna de las dos cosas.
Ya no existen fondos contingentes ni holguras disponibles para extender por más tiempo la situación. Gane o pierda MORENA el control del congreso, la conclusión será la misma: subir precios o aumentar la deuda del gobierno federal. Ni usando el total de las reservas del Banco de México y de todos los bancos se puede abreviar la crisis que se vivirá bien pronto.
Por cierto, para acabrla de amolar falta la otra crisis, la de los estados y municipios, esa es otra historia.