Por Eloy Garza González.
Tanto Adrián de la Garza, como Clara Luz Flores y Samuel García, saben que no es fácil emprender un negocio propio en Nuevo León. La educación de los nuevoleoneses nos vuelve dependientes del gobierno, aunque somos el pueblo de México más independiente en materia de emprendimiento. Las exenciones impositivas al comercio no existen, o se reservan sólo al compadre o socio empresarial del gobernador en turno.
Pocos nuevoleoneses hemos salido avante de la escarpada ruta del emprendedor. Tampoco es que el gobierno sea especialmente represivo en contra de la pequeña o mediana empresa: es parte de la naturaleza de cualquier gobierno, más unos que otros, pero todos cortados por la misma tijera.
Claro, el moonshot (idea innovadora difícil de ejecutar) de todo negocio es volverse global. El comercio no tiene nacionalidades, aunque sí una sociedad de origen. Waze, por ejemplo, el sistema de navegación vehicular (que tanto se utiliza para evadir antialcohólicas), lo diseñaron unos chavos israelíes con mínimos recursos económicos. Google les compró la aplicación en 1,000 millones de dólares. Casi todas las ganancias de esa venta la retornaron los chavos a su natal Israel.
Skype lo creó un par de programadores en Estonia, zona más pobre que el sur de Nuevo León. Ahora vale 10,000 millones de dólares, cifra que no verá nunca la gente del sur de este estado. Sus fundadores son ahora empresas o inversionistas de capital de riesgo en su Estonia nativa. Los cientos de ingenieros que contrata Skype son estonios. Viven allá. Esa suerte nunca la tendrán los habitantes del sur de Nuevo León, tan dependientes a la fuerza del gobierno federal y estatal.
México tiene más cerca territorialmente el norte de California que Israel o Estonia. Silicon Valley está a sólo un par de horas, pero el 53% de sus inversiones de capital no va a parar a emprendedores mexicanos: Silicon Valley prefiere dárselo a jóvenes innovadores de India (28%), y a chinos, vietnamitas, taiwaneses y coreanos (28 por ciento).
La causa de esta disparidad de inversión entre innovadores de otros países y los mexicanos consiste en que el gobierno federal no incentiva, sino que desactiva la creatividad emprendedora. Esa es una misión pendiente para el próximo gobernador de Nuevo León, lo mismo se llame Adrián, Clara Luz o Samuel.
Trate usted de montar un negocio en la cochera de su casa de Monterrey, o Santa Catarina, para que súbitamente le caiga una costosa sanción por falta de permiso de edificación y uso de suelo. Así, cualquier nuevoleonés prefiere buscar un cargo modesto de burócrata en el ayuntamiento o un puesto fayuquero en el mercado negro.