Por Félix Cortés Camarillo.
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Esta mañana el presidente López recibirá en México a Kamila Harris, primera mujer vicepresidente de los Estados Unidos, en una reunión en la que supuestamente el tema central será el migratorio. Eso aunque Andrés Manuel insistió ayer en su sermón matutino que buscará tratar otros temas.
No se le da mucho al presidente López la política exterior: su persistente aserto es que la mejor política exterior es la política interna. No es cierto: López Obrador puso sus fichas de política exterior en el rombo negro de Donald Trump frente al rojo de Joe Biden en las pasadas elecciones de los Estados Unidos. Y así le está yendo.
La estrecha visión política de AMLO, que no va más allá de los parámetros del autoritarismo que conoce de raíz en el PRI, cree que a la señora Harris y a su superior les puede seducir con su demagógico programa de sembrando vida para que se lleve de braceros centroamericanos a todos los que se acuestan con el sueño americano y López quiere que despierten con la green card en sus manos.
Ciertamente, los estados agrícolas de Norteamérica necesitan periódicamente de los brazos (de ahí la palabra bracero) migrantes del sur, trabajadores empeñosos que cobran menos que el gabacho. Pero los gobiernos de los estados Unidos quieren ser los que marquen las reglas de este juego de conveniencias mutuas.
Todos tenemos derecho a creer lo que se nos antoje, pero es ingenuo pretender que otros compren nuestras fallidas ilusiones o mentiras directas del presidente López.
Tomemos un ejemplo: las remesas que los paisanos mexicanos que se parten el lomo diariamente en los Estados Unidos, subieron en el mes de abril en un 40 por ciento frente al mismo mes del año pasado, para alcanzar una cima histórica de más de cuatro mil millones de dólares. La cuarta simulación sigue afirmando que el incremento en el monto de esos envíos, que supera los ingresos de México por la venta del petróleo o por el turismo, es meramente suyo.
En parte tiene razón: si hay más mexicanos trabajando al norte del Bravo es porque aquí no hay trabajos suficientes ni bien remunerados. Pero para el mes de abril de este año, en esto de las remesas, hay un dato que López no quiere ver. El presidente Joe Biden decretó entregar a todos los causantes norteamericanos un bono de apoyo que entre marzo y abril llegó por cráneo a mil cuatrocientos dólares. Lo primero que se le vino a la cabeza a los nobles trabajadores migratorios mexicanos, al cobrar el cheque fue mandarle a su jefecita una lana extra, máxime cuando el próximo lunes es el día de las madres.
Biden puede darse ese baño de populismo: le está yendo muy bien en su programa de gobierno. Prometió vacunar contra la pandemia a un millón de habitantes al día en los primeros cien días de su ejercicio. Vacunó el doble y sin duda llegará a la fiesta nacional del 4 de julio con más del 70 por ciento de la población inmunizada, con lo que eso significa para la liberación de los obstáculos a la economía. En abril, se generaron 742 mil empleos; en el 2021 ya van 1 millón 700 mil.
Los mexicanos no debemos hacernos tontos y sus gobernantes no tienen derecho a ello: el presidente de los Estados Unidos tiene como trabajo defender los intereses de sus conciudadanos, no los del presidente López.
CANTALETA (HASTA EL 6 DE JUNIO): Dice Catón: «un voto por Morena es un voto contra México». Pemex dice que la refinería de Dos Bocas va a costar el doble de lo prometido y se va a tardar más. Oh, sorpresa.