Es 2019 y el gobierno de Nuevo León, en términos políticos, no administrativos, finalizó. El gobernador Jaime Rodríguez Calderón, sin la ayuda del presidente Andrés Manuel López Obrador, no tiene salida. El Bronco alguna vez tuvo capital político, hoy mendiga algo de lo que tuvo. La ambición destruyó a Jaime, ni supo aprovechar los tiempos ni los espacios. Algo le queda, se enriqueció en la función pública como no lo había hecho en su vida.
El Bronco cometió el más ingenuo error de la política: ganar para perder. Cantinflesco y cantinesco, alguna vez llegó a afirmar que le enseñaría a AMLO a gobernar. Jaime no se ha dado cuenta que, en la opinión publicada y en la opinión pública, su gobierno es un desastre y, lo peor, tal vez lo evalúen abajo del gobierno de Rodrigo Medina de la Cruz. Ser peor que Rodrigo ya es lo peor de lo peor.
¿Puede recuperarse el Bronco? Sí. Pero debe de dejar el síndrome Peña Nieto de alejarse de la administración y la gobernación. Manuel González, su secretario de Gobierno, es su Luis Videgaray. ¿Quién gobierna? ¿Jaime o Manuel? El Bronco ya terminó su gobierno porque no ejerce el poder, entre azul y malas noches. El Metro de Guadalajara se terminará en diciembre, ¿cuándo la Línea Tres de Metrorrey?
Para avanzar, Jaime requiere controlar la inseguridad, renovar la movilidad del área metropolitana y, como legado o corrupción, no lo sabemos, construir la Presa Libertad. En todo sentido, el Bronco es un remedo de Alfonso Martínez Domínguez, quien sí sabía ejercer el poder, no era ratón… gato, tigre, león siempre.
¿El Bronco puede ser un buen gobernador en la segunda parte de su sexenio? Sí. O si y sólo si resuelve la inseguridad, la movilidad y, algo increíble, la contaminación en el área metropolitana. El Bronco tiene que aprender el ejemplo de AMLO con el huachicoleo.
Así está el panorama. En el 2021 nadie tiene ganado nada, bueno, el PAN ni siquiera tiene precandidato. El dueño del partido, Zeferino Salgado, alcalde de San Nicolás, no necesita un candidato. El PRI tiene una carta fuerte en Ildefonso Guajardo, exsecretario de Economía, pero su figura se diluye acuáticamente, como agua entre las manos. El alcalde de Monterrey, Adrián de la Garza, prefiere destinos de procuración de justicia. El diputado Paco Cienfuegos, a través de las redes, pretende presencia. Cristina Díaz, del municipio de Guadalupe, se afirma en hechos, aún no le alcanza.
¿Quién más? Clara Luz Flores, del municipio de Escobedo, priista, tal vez renuncie al PRI para buscar otra alternativa de elección. Lo destacable: Tatiana Clouthier, güera sin Morena, ya dijo que no buscará la presidencia, ¿buscará Nuevo León? Waldo Fernández, el nuevo representante de gobierno local y nacional, tiene presencia en redes, apartidista hasta ahora, si no se lanza Tatiana, puede ser el candidato insólito de Morena-independiente. Falta el senador Samuel García por Movimiento Ciudadano, quien puede crecer, si lo dejan, hasta ahora un Rodriguito Medina.
El secretario de Gobierno, Manuel González, aún no entra en ninguna ecuación, tampoco Judith Díaz, la delegada de Andrés Manuel en Nuevo León. Hay otros aspirantes, pero son suspirantes. Lo peor de este artículo: NL 2021, incógnita.
@ruizjosejaime