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De asíntotas y paradigmas

Hace algunos días y en ocasión de un congreso referente a la seguridad social, un allegado a la OIT presentó una ponencia en la que se asegura que los sistemas de pensiones basados en cuentas individuales, como las AFORES mexicanas, no podrían permitir un retiro suficiente para gran parte de los aportantes a los mismos si acaso no se actualiza el valor de las aportaciones de acuerdo con los cálculos actuariales.

De inmediato una diputada de MORENA se lanza para proponer que se revierta lo que llaman “la privatización” de los fondos de pensiones para que sea el gobierno el que administre dichos fondos, aduciendo que ya van 18 países que así los hicieron, por cierto, casi todos del llamado Foro de Sao Pablo.

Viene al caso porque la mayoría de los seres humanos, pero más se destacan los políticos mexicanos, cuando nos enfrentamos a situaciones de tipo asintótico, con frecuencia pensamos que un regreso a fórmulas usadas en el pasado y que no funcionaron, va a alejarnos del límite a la vista.

La humanidad en su conjunto, y cada país en lo particular, siempre deberán enfrentarse a superar asíntotas a su desarrollo o la evolución natural de las cosas. Las pensiones es un caso que afecta a todos los países del mundo.

Los actuarios no se equivocaron cuando calcularon las reservas que deberían hacerse para un escenario de retiro o vejez de cada sociedad. Los gobiernos no actualizaron esas reservas ante el aumento de la esperanza de vida, y más aún, usaron esos recursos para su gasto corriente y de inversión pública que no tenía posibilidad de repago.

Buena parte del déficit público de México ocurre debido a que, ante el incumplimiento de la ley de la materia y la muy mala administración de las reservas para pensiones, este rubro se ha convertido en parte del gasto corriente, para México casi representa el 14% del presupuesto de los gobiernos de los tres niveles, tarde o temprano vendrá la crisis.

Al igual que las pensiones, estamos rodeados de múltiples problemas asintóticos, es el caso de la producción de petróleo, de la energía en general, de los sistemas de salud, de la masificación de la educación, del crecimiento desmedido de las urbes metropolitanas, la contaminación, la basura, de la producción de alimentos y de casi todo lo que usamos o consumimos.

La humanidad avanzó en el pasado porque estando conscientes de las tendencias y los limites asintóticos, siempre surgieron pensadores y líderes que sabían que la única manera cierta de superar esos límites, así como sus tendencias y fechas fatales, era necesario romper y crear nuevos paradigmas so pena de caer en situaciones de crisis y posible extinción.

Esos pensadores y creadores nada hubieran podido lograr si acaso no estuvieran acompañados de líderes en los gobiernos y en la sociedad civil que hubiesen tenido la suficiente energía y capacidad ejecutiva para impulsar la ruptura con el pasado a pesar de los riesgos y la resistencia al cambio tan natural al hombre.

Extrañamente en estos tiempos la humanidad entera parece carecer de esos liderazgos de largo alcance y en cambio prevalecen los personajes que privilegian el aislamiento y las visiones retrospectivas como las mejores, negando la muy evidente relación entre nuestro presente y cada nudo histórico que hemos superado o que nos tiene atorados y el futuro que llega cada día.

Todos sabemos que es insostenible la forma actual en la que vivimos, en la forma en que consumimos energía, alimentos, agua, etc., pero en lugar de apreciar la verdad nos sumergimos en la cortedad de la vida cotidiana y hacemos como que no existen riesgos hacia delante.

La exacerbación de la soberanía de los individuos, que buscan gratificaciones instantáneas por sobre la organicidad social sustentada en la moral, que es energizada por la evolución desordenada de las transacciones de información, ya nos ha dado muestras suficientes del grado de descomposición de las reglas actuales del juego que se llama vivir en sociedad.

La fragmentación de la sociedad en minorías demandantes dentro de un sistema artificioso de libertades que los reivindique, aunque se pierda la cohesión social cooperativa tan necesaria, y que surge de necesidades incuestionables, unido a gobiernos que se someten a la dictadura de valores fútiles que imponen los procesos eleccionarios masivos, no son sino mecanismos que impiden ver todo el bosque de problemas y por lo tanto nos alejan de la innovación.

En este momento todos los gobiernos están jugando con fichas que ya no tienen valor alguno si pensamos en el agotamiento del modelo de sociedades y naciones, así como sus interrelaciones económicas ante los límites del concepto “progreso” que hasta ahora practicamos y que construimos a partir del final de la Segunda Guerra Mundial.

Desmond Morris, Aldous Huxley, Alvin Toffler, Montesquieu, Nietzche, y otros pensadores como Marx ya nos alertaban; cada uno desde su escalón en el tiempo y a su particular manera; de la peligrosa combinación de la derrota de la filosofía, la lógica y el espíritu ante la banalidad del poder que siempre actúa en el corto plazo pero cuyos efectos se dejan sentir por generaciones.

Fuente:

Vía / Autor:

Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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