Por Francisco Tijerina.
“Ella era una chica plástica, de esas que veo por ahí…”
Rubén Blades
En la nueva moda de ubicarse en lo “políticamente correcto” sin pensar en implicaciones y repercusiones, me intriga saber qué pasará en ciertos sitios de la República con el tema de la prohibición de los plásticos de un solo uso.
Cuando se habla de bolsas plásticas, la mayoría de las personas sólo piensan en las que reciben en el supermercado o la tienda de conveniencia al hacer sus compras, olvidándose de que existe una enorme cantidad de otros tipos y para otros usos.
Monterrey es por mucho, lo afirmo, la ciudad en donde más comida se pide a domicilio o se adquiere “para llevar” en México. Además de contar con sus propios métodos de reparto, casi todos de los restaurantes brindan servicio a través de plataformas como “Uber Eats” o “Rappi”.
Y sin contar los contenedores, platos o vasos de unicel o de plástico, ¿en qué diantres piensan enviar la cebolla y cilantro para acompañar los tacos o los distintos tipos de salsas y aderezos? ¿en una bolsita de cartón o en un “cucurucho” de papel?
Sí, vamos a cuidar los mares y a terminar de una vez por todas con esa insana práctica de tirar bolsas plásticas por doquier; ahora usaremos las de papel, pero ¿no provocará ese incremento en la producción un detrimento en los árboles al requerirse más materia prima para producir papel y cartón?
Más que prohibir las cosas el tema debería centrarse en el hacer conciencia, en encontrar formas de reciclaje de todas esas bolsas y materiales, en fomentar su separación y buen destino. Aceptémoslo, la idea suena muy bonita, pero es bastante impráctica y menos por ley o decreto.
Ya entrado en gastos me pongo a pensar, si se prohíben los plásticos, ¿qué va a pasar con todas las artistas y modelos que andan por ahí llenas de plástico por todas partes?