Hubo un tiempo en que las grandes compañías tecnológicas de Silicon Valley eran vistas con orgullo y formaban parte de los activos de los activos nacionalistas de Estados Unidos: Google era el motor de búsqueda mundial por excelencia, Facebook la red social más exitosa del planeta, Amazon el supermercado global donde se podía comprar cualquier cosa y Apple la empresa más vanguardista de la Tierra. Es sólo que parece ser que esos tiempos han pasado.
Durante las tres audiencias que tuvieron lugar ayer en Capitol Hill, sede del gobierno de Estados Unidos, representantes de las cuatro tecnológicas escucharon los cuestionamientos de los legisladores demócratas y republicanos que, acaso sin proponérselo, formaron un frente común para acusar a la cúpula de Silicon Valley de prácticas monopólicas, violar la confianza de sus consumidores y mantener un sesgo informativo.
Google, que fue representado por Karan Bhatia, vicepresidente para Asuntos de Gobierno y Políticas Públicas, fue objeto de críticas en relación al doble rasero que ha exhibido en torno a la censura. Repetidamente, el gigante de Mountain View ha argumentado que censurar las búsquedas va en contra de las políticas de la empresa, sin embargo, en los últimos tiempos se desarrolló un proyecto para reingresar a China con un motor de búsqueda censurado.
“Claramente nuestra paciencia y confianza en su compañía y monopolio se ha agotado”, dijo el congresista republicano de Missouri, Josh Hawley, señalando a Bathia. Éste respondió asegurando que Google ha abandonado sus planes de volver a China.
En el caso de Amazon, los señalamientos giraron en torno a la manera en que la compañía de Jeff Bezos favorece los productos propios en detrimento de los pertenecientes a aquellas compañías que han elegido el sitio de Internet para ofertar los suyos.
El congresista por Rhode Island, David N. Cicilline, cuestionó a Nate Sutton, consejero general adjunto de Amazon, sobre este tema, asegurando que las mejores ventas para la compañía son las de aquellos productos que ostentan su logo y que, además, hacen uso de la inmensa cantidad de datos que recolectan para favorecer los productos de marca propia. “¿No le parece que eso crea un conflicto de intereses?”, preguntó Cicilline. Sutton respondió: “Con todo respeto no estoy de acuerdo”.
Cuando tocó el turno de abordar a Facebook, principalmente por el anuncio hecho hace unas semanas respecto a la creación de la criptomoneda Libra, asunto que ha puesto en guardia a la mayoría de los bancos centrales del mundo, el senador demócrata por Ohio, Sherrod Brown, dijo: “Facebook ha dicho: ‘Confíen en nosotros’. Y cada vez que los estadounidenses lo han hecho han resultado lastimados”.
Al igual que ocurrió con las otras tres, Apple también fue señalada de alterar la innovación y la actividad empresarial, de incurrir en prácticas monopólicas y de favorecer sus productos en los mercados digitales, ajenos o propios, en los que operan.
Acaso en los tiempos en que Steve Jobs estaba aún vivo esto no habría ocurrido. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces y las compañías que entonces asombraban al mundo por sus virtudes, hoy lo hacen gracias a sus errores.
Por lo pronto, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de Estados Unidos abrió el mes pasado una investigación bipartidista que está en marcha y que se centrará en el poder y en las prácticas de las grandes tecnológicas. El de ayer, por supuesto, no fue el último capítulo de esta trama.