Por Carlos Chavarría.
Las mentiras dichas en época electoral, por la izquierda o la derecha, producen electores confiados, pero nunca ciudadanos contentos ante la inobjetable realidad de que no hay “lonche gratis”, y toda juerga populista se pagara más temprano que tarde.
En el romance y en la política, cuando el dinero se acaba el amor sale por la ventana. En Argentina acaba de ser la prueba de que el clientelismo apapachador de los gobiernos sólo sirve para crear “niños desobedientes y caprichosos”.
En el más grande de los aparentes absurdos políticos, una nación acaba de darle en su primera vuelta electoral el triunfo al partido y candidatos que los metieron en una más de las mismas y bien conocidas crisis económicas producidas por la abultada deuda con la que se financio el déficit publico despilfarrador del peronismo.
No importa todo el carisma de Macri ni las razonables explicaciones de que las reformas llevan su ritmo y que después vendrán los beneficios por el sacrifico de hoy, como el aumento prometido en campaña por Macri del 22% en las percepciones de los salarios más bajos. El “pueblo bueno” de Argentina ya no quiere esperar y deciden que vuelva el partido que los metió en problemas.
En España, Francia, Grecia, Guatemala, Costa Rica, Chile, se han dado en años recientes el mismo movimiento pendular en periodos muy cortos de tiempo durante los cuales no hay medida o acción de gobierno que pueda cuajar y dejar ver sus efectos cuales fueran
Ese rejuego no puede tener sino una explicación, las muchas mentiras que se ofrecen en las campañas en temas que para tener éxito y realizarse se requieren reformas estructurales que escapan de los términos “entendidos” por los electores a partir de los efusivos recursos actorales desplegados por los candidatos en sus campañas.
Como cumplir las ofertas mentirosas implica despilfarro del erario el circulo vicioso que concluye siempre en apretarse el cinturón los electores prefieren las fiestas de corto plazo y que los que vienen paguen.
Una tendencia electoral marcada en las elecciones primarias de Argentina basto para colapsar lo poquísima estabilidad que habían ganado con muy altos costos, para que de nuevo el populismo haga creer que ellos si podrán con el paquete.
Este rejuego mercadológico y manipulador en el que se han convertido los procesos electorales debería ser moderado para evitar los atrasos que siempre provienen de los colapsos económicos en las naciones que de por sí ya arrastran lastres que aún no superan y terminan de pagar. México no es la excepción.